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Us1577694 · 26-30, F
Esas fueron las palabras que hicieron detener mi próximo movimiento, porque estaba quitándome el único vestido caro que tenía ; mi madre me había hecho para mi luna de miel. ¿Qué pena, no? — Yo.. — sentí una fuerte vergüenza desatarse en mi vientre, piernas y rostro. Tenía las ganas enorme de ponerme a llorar. — No, nena. . Escucha. — La enorme mano del masculino sostuvo mi mentón; dioses, se sintió tan dulce. — Jamás dejes que ningún hombre de ojos lujuriosos te ensucie la piel. Eres arte, ahora.. Mi arte. — Sonrió mostrando su blanca dentadura, me abrazó y luego de vestirme, fuimos a cenar a un lujoso restaurante.
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