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No le siguió la corriente de su berrinche a modo de tristeza falsa y eso cabreó a la Joestar. Tanto que soltó un sonoro suspiro y agarró los cubiertos para empezar a comer como el protocolo decía ¡QUERÍA! Tragarse todo de golpe y no podía. Ya estaba sufriendo en el propio juego que ella misma inventó, debía guardar la compostura pues había muchísima gente y ... Esperen ¡Mujeres! ¡MILES! Y muy elegantes qué.

— ¿Qué demonios están viendo?— Siguió la mirada de unas cuantas y cuando notó que todas recaían en Zeppeli se quedó de piedra.
 
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