... como si hubiese esperado demasiado para conocerlo, sus brazos se alzaron hacia el cielo para posteriormente frotar sus ojos soñolientos.
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一 ¿Estoy muerta? 一
Cuestiono finalmente pestañeando un par de veces apartando su mirada de forma recelosa para poder admirar el sitio en el que ahora se encontraba. Gigantescos arboles torcidos decoraban aquella incolora Tierra, un sitio en el cual los tenues rayos de luna no se vislumbraban y a pesar de ello se podía observar entre la abrumadora oscuridad casi de forma mágica.
Todo se había vuelto oscuro al cerrar sus ojos sin embargo una voz seca la hizo reaccionar casi como si hubiese sujetado su mano para regresarla a la vida, aquella voz masculina era en blanco y negro como una partitura sin música, inmutable, tranquila, casi ausente pero a pesar de todo agradable, aquel par de enormes ojos redondos se abrieron pesadamente como si acabase de despertar de un muy largo sueño.
一 Inoue, Orihime Inoue 一
Respondió a la interrogante con una voz muy gentil y dulce mientras apoyaba ambas manos sobre las áridas arenas para incorporar su torso con ligereza, aquellas iris violetas reflejaron el rostro de la cuarta Espada sin temor alguno de forma casi amistosa, a pesar de encontrarse en un mundo que no conocía y el peligro se percibía en cada uno de los alrededores ella no podía dejar de observarle, como si se encontrase en el lugar correcto.
[code]Sombra y muerte, lóbrego silencio, la paz de las tinieblas en el bosque de los Menos Grande se perdía al contacto con las garras y las fauces del cuarto espada, todo seguía su transcurso natural en dicho infierno de soledad y destrucción. Sin titubeos, sin premura, deleitándose entre los agónicos acordes de los hollows, en esas notas que clamaban compasión, y en las que, apenas Ulquiorra componía un réquiem de llantos y lamentos de aquellos que devoraba. De repente la noche se vio decapitada por las luminescencias de un hecho inédito que trajo consigo a un ser humano justo a las entrañas de Hueco Mundo. ¿Qué hacía una mujer en la mitad de la bruma del siniestro umbral donde todo lo que se movía era aniquilado?
.. en medio de aquella abrumadora oscuridad era la silueta de lo que pensaba era un "Ángel de la Muerte", grandes alas decoraban su espalda, su piel era blanca traslucida y sus ojos brillaban de un felino amarillo, no expreso temor, con debilidad deslizo ligeramente su diestra hacia el sin intenciones de alcanzarle, aquel par de enormes ojos mantuvieron sus iris clavadas sobre el rostro ajeno mientras una pequeña sonrisa surcaba sus labios antes de perder el conocimiento por completo.
Como había llegado a las profundidades de aquel lúgubre bosque era un completo misterio, Orihime se encontraba en el mundo humano escogiendo una Yukata para el festival de otoño ella y Tatsuki se probaban varias vestimentas y los accesorios que combinaban perfectamente con estas, Inoue había escogido una Yukata azul reí con bordados de medusas marinas rosadas, un amplio y brillante listón adornaba su cintura de un tono rosado brillante, su cabello recogido en un encantador chonguito con un prendedor largo de estrellas de mar y un cuarzo rosado alrededor de su cuello sin olvidar los prendedores de flor a los costados de su flequillo, su cuerpo había colapsado y de un momento a otro un torbellino de arena la había arrastrado hasta Hueco Mundo siendo succionada hasta el bosque de los Menos, aquella mujer de largas hebras naranjas había caído a pies de la cuarta espada, su vista era borrosa y lo único que había logrado vislumbrar
