Tsurumaru llegó al lugar acordado a escasas horas del crepúsculo como le habían indicado. Ahí sentada en la orilla del risco, disfrutando de la brisa marina que chocaba contra su grisácea piel, se encontraba aquella mujer que le había pedido tan singular favor.
-Ella entenderá… y lo sentirá. A final de cuentas… - dijo con esfuerzo mientras se levantaba para darse la vuelta y ver a los amarillentos ojos del samurái - …ella es parte de mí. Si lo que te preocupa es su bienestar, te aseguro que será rápido. Después ella podrá seguir con su vida