— Tienes mi palabra — Acarició su mejilla, levantando un poco su negro vestido que era abierto a un costado hasta más arriba de su cadera, dejando que besara cerca de su entrepierna desnuda.

— Tuya y tú todo mío, nunca encontrarás tanta gloria. Soy la mujer perfecta, las demás ni siquiera podrán llegar a mis talones con todas mis capacidades y encantos.~

— Jura que mantendrás tu embrujo eterno sobre mí. Me encanta lo que siento.~ —

Aceptará la ayuda de su esposa, es mejor que él en esos asuntos de fuerza sobre diplomacia. No se conforma con las tetas, sus manos aferran fuerte su voluptuoso trasero, y la levanta un poco, solo lo suficiente para besar la cara interna de sus muslos, muy, muy arriba, cerca de su entrepierna.

— Mine. ~

— Puedo usar mis influencias si deseas – Ella tenia sus marionetas en la política, podía ayudarle sin problemas. Se quedó pensando en cómo animarlo.


Acaricia sus cabellos lentamente, dejando que la marcara como suya en donde deseara, le gustaba tener esos adornos en su piel.

— Precioso, deja que esta bruja se encargue. ~

—Hay un empresario, se niega a venderme sus empresas. Tendré que presionarlo a la vieja usanza.— Nada de lo que preocuparse, ni por lo que decir que fue un mal día de negocios para el Ventrue.

Pero ahora todo está mucho mejor. Le besa en el escote pronunciado que tiene el vestido de la cosaca, dejando chupetes oscuros en su piel blanca. Cada uno, una marca posesiva.

— Deliciosa. ~

— ¿Cómo estuvo todo?

Era maliciosa y energíca sin poder su madurez en ello. Le dejo entre sus enormes pechos para que besara los mismos. Ni podía parar de reír cuando vio que lo dejo mudo al enterrar su cabeza en sus pechos.

— Bienvenido. ~

—Ruuu.

No alcanza ni a pronunciar todo su nombre. El recibimiento es sorpresivo, viene de una junta de negocios. Casi lo derriba, pero cuando al fin logra estabilizarse, le sostiene de su voluptuoso trasero, y besa todo lo que puede de la cosaca.

Así que eso era parte de estar casados, le gusta.