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—I-isacc... acabo de terminar, no pongas esa cara.
 
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— ¿Tadeuz? Ahh lo recuerdo, el conejo.— Rodó los ojos ese pequeño ser era preciado por no decir que intocable para él y no por desagradó, los animales eran una debilidad que nadie debía conocer de él sin importar de quién se tratara.

Permaneció quieto y levanto las cejas, en contacto sus dedos meñiques se une formando esa alianza inesperada y abrió la boca esperando que el primer bocado cayera sobre esta.

— Nnnh... ¿Y que esperas? Moriré de hambre.— Expresa y de nuevo permanece inerte observando a detalle cada movimiento ajeno. Lo que le ansia es el método que usará para alimentarlo y pensaba en algo vulgar tratándose de la mentalidad fresca pero ingenua de Treia.
Treia · 22-25, F
Fue imposible soltar una risa traviesa, la cual acallo de inmediato ante ese gruñido, exasperarlo aveces era divertido pero no podía demostrarle mucho de ello o realmente la pasaría mal.

—Es un contraste demasiado llamativo si te comparo con Tadeuz.—

Tan acostumbrada a cuidar a pequeños animales que caben en sus dos manos, tan peludos y suaves, para nada tenía idea de lo que debe hacer y ser una mujer que sabe doblegar a hombres como Isaac, para empezar ni esa idea le cruzaba por la cabeza, solo estaba jugando a ser una niña mayor, un escenario perfecto de cuando te quemas al jugar con fuego.

—Lo prometo.— ofreció su dedo meñique para que enlazara el suyo— pienso alimentarte primero— se acerco lo suficiente para rozar sus dientes y morder su varonil mentón

— Te serviré de manera divertida.— lo que ella tenía en mente era usar sus muslos y abdomen para dejar un poco de comida y que usara únicamente sus labios para dar bocados.
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Lo supuso, Treia era demasiado blanda e inexperta. De ser otro hombre tendría la culpa comiéndole la cabeza pero no era el caso, no podía creer que esa niña lo provocará a ser lo más perverso y masoquista que con esfuerzo había ocultado. Sintió el collar en su cuello y la textura tibia sobre su mejilla. — No soy tuyo. — Gruñe como un coyote salvaje.

Sonríe a la vez, la tenía encima montando una posición indecorosa donde mover su rodilla humedeceria la tela ahora que lo pensaba. Pero era hombre de palabra y cumpliría con su promesa. — Un coyote como mascota hmmm que narcisista. — Le mostró la dentadura intentando morder el aire. — Si tu mascota, pero nada de sexo esa es nuestra regla de oro. Haz lo que quieras teniendo eso en mente.
Treia · 22-25, F
En realidad no creyó que funcionaría en verdad Isacc estaba accediendo a hacer lo que ella quisiera? Oculto su cara de triunfo. Con el jugo en mano corrió a el cuarto de Issac para regresar con uno de los tantos arneses que le obligaba a usar, lo tenía entre sus manos , se montó sobre su muslo y le abrazo pro el cuello.

—Hoy serás mi mascota— Había improvisado una correa que ya había colocado en su cuello.— Sin dejar de estar montada sobre él se estiró lo suficiente para alcanzar un plumón que vio por ahí y, le destapo y marco su pómulo escribiendo

Mio


—¡Ah! Unas pecas se verían bien en ti~— amenazo con ello el colocárselas pero no se atrevía a tanto pues aun lograba intimidarla.
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Se había quedado aplastado en el sofá, cuando había aceptado enseñarle aquella situación no era lo que esperaba. Sabía claramente sus intenciones y que estás no eran para nada morales, sin embargo; aún con ese carácter, no habían llegado al verdadero punto de inflexión. La miro de reojo, bostezando para su mala suerte porque conoce ese rostro y esa timidez.

— Déjame pensarlo.— Finge que lo hace tomándose unos largos segundos antes de dar una respuesta.— Bien, hoy toma el control de la situación.— Responde claro y fuerte, dándole vía libre para hacer y deshacer a su antojo sin ningún tipo de restricción desde sus juegos pervertidos hasta las cosas que podían parecer infantiles.
Treia · 22-25, F
No había pensado en lo peligroso que estaba siendo ponerse en esta situación hasta que él lo menciono, su corazón se acelero, incluso se le erizo la piel al escucharlo aun que muy en el fondo sabía que no había razón alguna para entrar en pánico.

—No... tendría por qué,— su voz tembló al sentir sus dientes, el escalofrió que le causaba era una mezcla de excitación y temor, pues sabía que no hay manera de escapar de él. Trago saliva y negó para si misma.—

—Entonces ¿Puedo jugar hoy contigo?—

Con un sonrojo lo miro sobre el hombro para cubrir un poco este, tenía algunas ideas en mente bastante inocentonas y quizá demasiado inmaduras en su corta mente.
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— Hmm. Que acertadas son tus palabras por esta ocasión. — Se puso detrás de ella soplando cerca del oído.— Aunque grites por ayuda nadie va a escucharte, este lugar es aprueba de ruido. — Mordió el lóbulo para soltarse y sentarse en el sofá.

— Estás de suerte que hoy no tenga material para jugar contigo.
Treia · 22-25, F
—Por qué de alguna manera, aun que esto sea bastante irónico, me siento mucho más libre.—

Va directo a su refrigerador por su jugo de kiwi-fresa.

—Aquí no tengo porque contener mi voz, es odioso hacerlo ¿sabes?—
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— Es la única cara de que tengo... ¿Se puede saber por qué piensas que quedarte en mi departamento es una grandiosa idea?

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