« Back to Album · Next »
Newest First | Oldest First
moroha · F
— ¿¡N-NANI?! — gracias a la agudeza de sus sentidos, Moroha esquivó la pequeña piedra justo a tiempo; ipso facto, dio un brinco, retrocediendo y dándose la media vuelta en aras de observar al zorro. Entornó la mirada al templo. Ella sí que respetaba los lugares sagrados, pues varios de sus poderes estaban enlazados a dotes espirituales, por lo que le supo mal llegar a desencadenar una batalla en ese territorio.

Sin embargo, mientras más pronto acabara con la existencia del zorro, más rápido se iría de ahí... al final podría disculparse con las deidades por medio de una oración.

— ¡JAH! Con que ahí estás... —

Desenvainó de una su espada; el filo de esta acarició la hoja con un pronunciado brillo.



— Mi nombre es Moroha, mejor conocida como "Beniyasha", y estoy aquí para acabar contigo. —
[code] ⸻ Este es un lugar sagrado hibrida. Te aconsejo que te largues. Una hija del hombre y bestia. No creo que Mikage se enoje si me divierto un poco contigo.

Arrojo una pequeña piedra a la cabeza de la mitad bestia. [/code]

[code]Estúpidos y vulgares demonios de bajo nivel, al parecer la leyenda de aquel zorro demonio que solía aterrorizar tanto a monstruos, demonios y humanos en compañía del Rey de todos ellos había llegado hasta a los indignos oídos de los híbridos.

Tomoe había sido víctima de una deidad caída y a pesar de estar muriendo aun así se había bañado con la sangre de todos aquellos que habían intentado aniquilarlo, había estado a punto de morir de no ser por aquel que ahora era su amo y señor al cual había jurado brindar eterna lealtad y protección, su señor ahora mismo se encontraba en el distrito rojo resolviendo unos asuntos importantes y Tomoe tenía la obligación de cuidar de dicho santuario.

Los irritantes berridos de una mocosa obligaron a aquel guardián a recibirla apareciendo silenciosamente a las espaldas de tan molesta niñata. [/code]
moroha · F
¡Jeh! Finalmente. Con que este es el templo del que Jyūbei habló. — la mirada de la azabache se desliza desde el mapa al templo. Jyūbei la había mandado a otra de sus misiones para cubrir la deuda que tenía; la cabeza de un kitsune con habilidades mágicas a cambio de una cuantiosa suma de dinero.

Se guardó el trozo de papel magullado —en su mayoría por el largo trayecto— y procedió a caminar, con una sonrisa y ánimos inapagables.

Y, cuando estuvo a unos pasos de la entrada del templo, Moroha se cruzó de brazos y exclamó: — ¡HEY! Sé que estás ahí, Kitsune. Yo, la gran «BENIYASHA», ha llegado por tu cabeza. ¿Por qué no terminamos con esto rápido y sales a pelear?


Add a comment...
 
Send Comment