—Por favor no más chistes. Se supone la hora de la comida debe ser tranquila y en silencio. Sí sigues hablando hay ingesta de aire y eso afecta tu digestión. Ya se te ha enfriado tu comida, te doy el mío, más comer, platicar luego.— Una de sus orejas se flexionaba tenuemente denotando su estrés.
Sólo que todo quedó olvidado una vez que recibió afirmativa sobre que la explicación de aquel chiste incomprensible sería para después de la comida. Se relajó visiblemente y dio un mordisco a su propio pan, satisfecho por el resultado.
Aunque no pudo evitar el también reprochar un poco a su amigo por reprocharle a él en primer lugar. —Hablas como si no me conocieras, Cyno.— Dio otro mordisco a su comida, pero era evidente que no estaba molesto, solo quería clarificar. —Sabes que no haría algo irresponsable como eso, además que sería retrasarme en el trabajo cuando hay tantos pendientes.— Después señaló la comida del general. —Quien también debería comer adecuadamente eres tú. Pasas horas patrullando en el desierto bajo el sol y por andar contando chistes cuando deberías hidratarte y comer bien ahora que puedes, podrías descompensarte en el trabajo.— Exhaló y añadió más tranquilo. —Termina tú también de comer y con gusto escucharé tu explicación.—
