— Excelente, Señorita Hopkins, excelente —se limitó a decir con cierta gracia mientras continuaba inquisitoriamente respondiendo y preguntando—. Imagino que pese a ser joven como un flor que apenas si florece, tiene en usted muchas buenas virtudes para una detective.

Theo le observaba con mucho ímpetu, se notaba a leguas la tenacidad por parte de la mujer, propia de un linaje que sostener. Empezó a caminar a su lado, hasta el bar/fonda de Madame.

— En efecto, ese es el labor de un detective. Sencillo, pero para sus resultados —le observó con complicidad propia de dos colegas— se necesita más que lo imposible.

Intuyó, con toda confianza que ella estaba curiosa de saber su motivo aquí.

— Yo también vengo a resolver casos, varios de ellos, de hecho —confesó.