Le daba permiso para hablar con ello. —Es más factible pensar en todas como posibilidades, sino es uno es otro, pero cada uno tiene un pretexto por el cuál odiarme. —logró desviar la atención de ese “pequeño” detalle.
—Mi nacionalidad es un cliché, un refugiado extranjero que no conoció a sus padres, solo sabe su origen porque un doctor se hizo cargo de su misero ser. —una pequeña y burlona risa salío de su boca, muy suave, casi irónica.

—Siempre es motivo de envidia el ser un allegado a uno de los jefes, pese a que recibas golpizas de este cada que respiras. —alzó los hombros restando importancia a eso ultimo. —Igual seguiría prefiriendo a Mathias antes que Alexander, esa rata apestosa quiere pasar por encima de ustedes, señor, si por mi fuera ya hubiera desaparecido un día de estos. Pero de algo les ha de servir, He escuchado yo mismo que anda con sus aires de grandeza llegando a decir que es mejor que usted y Mathias, lo cual es una estupidez.