Debido a la inexistencia de expectativas esa respuesta la transportó hacia la calma. Empatizo rápido con su reacción, debía ser chocante que alguien llegue y declare sus sentimientos de la forma en que lo hizo.
Ella entendió que era correspondida, fue un momento victorioso. Ignoró con toda fuerza los pensamientos de traición, desilusión o abandono. Empezaba a ver que confiaba en él.
Dejó su postura firme desmoronarse en en acojinado púrpura, no indagó calor en el fuego de la chimenea, ya no lo quería. Tenía algo mucho más valioso en frente y era suyo, era cálido.
Qué bien conocía ella su punto débil; la raíz de sus defectos. El símbolo del antes y el después de su despertar como adulto, también el estandarte de sus inseguridades. Cómo le dolía que ella supiese justo dónde recae su necesidad de aceptación, en dónde podría ella golpearlo si un día se le antojara lastimarlo... Y aún así estaba seguro de que volvería por más.
Estalló en carcajadas.
Eran fuertes, escandalosas. Quizás incluso molestas para ella porque estaba muy cerca. Se levantó de su asiento con un poco de torpeza y caminó lejos de ahí porque necesitaba reírse, burlarse de si mismo.
Estaba aterrado.
— Aahh... — Suspiró al terminar, dándole la espalda y abotonando su camisa. Se pasó las manos por el cabello para dejarlo detrás de las orejas. Aún conservando su sonrisa dio media vuelta, negando con la cabeza sin remedio. Ya, no podía esconderse más.
El ademán de su mano libre era para el cuervo que reposaba en el respaldo del trono; era hora de comer. Se llevó a la rana y de paso evitaba ser molestia para su ama.
Reconocer verbalmente que lo quería era difícil. No perdió su mirada, quería hacérselo saber de alguna manera. Buscaba la manera más completa acariciando sus mejillas hasta que finalmente la respuesta se desnudó ante ella. Hizo pasar una mano por su cabello, le gustaba porque era suave, buscando retirar respetuosamente el parche, lo dejó colgando en su dedo.
Su lenguaje de afecto con Aemond siempre serían los besos; le besó la cicatriz con toque de seda y el párpado izquierdo. No midió el tiempo que tomó su hazaña, pero debió haber pasado alrededor de un minuto entero.
━━No, estaba mintiendo ━━susurró contra la piel de su mejilla cerrando los ojos. ━━Es más que sólo aprecio. Lo siento en los huesos, nunca mienten.
Se quedó en silencio. Había permanecido arrodillado y poco a poco descendió su peso hasta sentarse sobre las piernas ajenas. Estaba perplejo.
—... ¿Me aprecias? — Dijo incrédulo.
Un resumen veloz de recuerdos hasta el momento pasó por su mente, y lo que esa experiencia le había dejado estaba muy lejos de resumirse a mero aprecio. Él ya podia sentirse muy, pero muy enamorado de Jana, pero al igual que ella no tenia forma de expresarlo, de hecho, era la primera vez que caía en cuenta de eso, pero una vez que lo consideró no se atrevió siquiera a cuestionarse, pues estaba seguro.
Bufó rodando los ojos, él no parecía entender nada. Enfrentó su mirar con el ceño fruncido y la sonrisa gatuna provocada por tener bajo su tacto una piel muy querida. Mientras lo admiraba más lo deseaba así.
━━Aemond, eres todo lo que has dicho. Pero va más allá de tu aspecto porque yo te… te aprecio. ━━Ese titubeo podía hacer que todo pendiera de un hilo. Para evitar preguntas al respecto decidió quitarle su turno para hablar. ━━ Además, ¿quién será mi tuerto favorito? ━━El ápice de ruego en su voz era tierno, luego apretó su pectoral delicadamente. ━━ No necesito que lo entiendas ahora, sólo que lo sepas.
Rió por lo bajo. Ya se habia terminado de desbotonar la camisa, que colgaba como dos cortinas enmarcando su torso desnudo. Buscó varias veces hacer contacto con sus ojos, mirándola como un gatito arrepentido.
Qué juguetón y atrevido se había vuelto.
Le tomó una mano, luego buscó colocarla sobre uno de sus pectorales. La quería guiar por cada forma de su torso, labrar su perdón a traves de un tour. ¿Lo conseguiría?
— Jana, mírame. Soy tuerto, tengo cicatrices y la cara fea. Si me roban de ti saldrías ganando. — Contuvo la risa. Lo que decía era cierto, así que en parte no comprendía su enojo.
Si esta era su forma de querer solucionar el pequeño inconveniente del bar estaba lejos de conseguir eliminarlo de la cabeza de Janâ. Aún seguía ahí el como esa lo había mirado y la respuesta que tuvo. No la calmaba por completo ser su centro de atención ahora. De sólo imaginar que se lo podían arrebatar...
━━Yo creo haber visto suficiente.
Pero su lado egocéntrico la hacia ver tranquila, casi indiferente. No había nadie como ella, así que no perdería mucho.
━━¿Qué es lo que quieres? ━━dijo mirándose las uñas, fingiendo desinterés. Los recuerdos fotográficos de Aemond desnudo la ayudaban a concentrarse, en el fondo moría por verlo de cerca, ━━ si vienes a pedir mi clemencia para con la rana, olvídalo.
No hubo reacción en su rostro. Aemond tan sólo se inclinó para dejar a la rana en el suelo y caminó hacia el trono con una severidad adulta en sus facciones que no prometía nada bueno.
Tenía dos propósitos en ese momento: Contentarla, y también hacerla cambiar de opinión.
Antes de llegar se quitó el abrigo, lo agitó sobre su cabeza y lo lanzó lejos; se aguantó bastante de no reír. Ahora subió a ese trono, colocó las rodillas a los costados de las piernas ajenas y arrodillado se llevó las manos a su camisa.
Uno a uno fue deshaciendo los botones. Desde su posición arriba la sentenció con la mirada.
