— ¡O-Oh! ¡Otra vez regresó! — casi aplaudió al juntar sus engarradas manos frente a su pecho al ver lo que el castaño le enseñaba. Su fascinación hacía él era casi tierna aunque no lo expresara en sus semblantes tan desabridos.
Ella también engulló una fresa antes de llevar sus manos al pálido brazo ajeno, acariciando este con sus yemas desde abajo hasta casi el codo, girando este entre sus dedos para observar todo el contorno del mismo.
— Eres genial. ¿Tienes sensibilidad aún?. — cuestionó alzando la vista a él. Sus ojos bicolor brillaban curiosos, todo en él siempre era interesante, más en ella, tan troglodita de la ciencia, sobretodo. Su cola osciló, y sin soltarle el brazo con su derecha, usó la zurda para llevar otra fresa a la boca de él a poco tiempo de esperar su respuesta.