Balanceándose sobre sus talones y entrecerrando los ojos, tanto como sus ojos rasgados le permitan ver, respondió. - Pero a mí que me cuentas, solo tengo 17 años. ¡Más despacio! -Exclamó mostrando las palmas de sus manos. -Me hablas como si te conociera de toda la vida, sí soy bruja, pero me inmiscuyó en vidas ajenas. No sé quién es la hermandad o en que trabajas. -Balbuceó elevando su barbilla. -De verdad, ni siquiera sé de donde saliste. Es que si un extraño, mayor de 40 viene y me dice ''zigu3me''. . . Tendría que llamar a la policía, además tengo que asistir al instituto y estudiar para mis exámenes, no puedo faltar, tengo una vida.
Balbuceó arrastrando las últimas palabras sin perder la sonrisa que le caracterizaba, una muy burlona.
-Además, no hago esto por dinero, lo hago por herencia. Ya sabes, tengo la vida arreglada, tanto dinero como para aventar. Oye . . . ¿Pero estás bien? ¿Cómo qué ya tiemblas mucho, no? ¿Se te bajó la presión?
Crow se giró hacia el extraño cuadro pintado en oleo. La entidad de piel brillante no era una invención fantástica, ni una representación onírica. Ver ese gesto de dolor y compasión le hizo apretar ambos puños con rabia.
—Si me ayudas, puedes quedarte con lo que sea que te parezca valioso. No será un viaje fácil, así que pagaré lo que haga falta.
Abrió los ojos lento, su sonrisa confiada se deformó hacia una mueca de resignación y culpa.
—No sabría como explicarlo; soy pésimo para hablar sobre mí. Imagina que todo lo que considero bueno está condensado en una pequeña bolita de luz que corre sin descanso por un laberinto mental infinito. Pasillos y callejones llenos de puertas encadenadas y rotas que dan a esos fragmentos de memoria que debo contener.
Se giró hacia ella, acomodando su saco con delicados tirones hacia abajo desde las solapas como un intento de disimular los últimos espasmos en sus manos.
—Mientras no enfrente cada uno de esos momentos, mis intervenciones contra la hermandad no dejarán de ser pequeñas picaduras molestas. Si quiero causar daño real, primero debo desenterrar esas páginas sin terminar.
Abrió los ojos lento, su sonrisa confiada se deformó hacia una mueca de resignación y culpa.
—No sabría como explicarlo; soy pésimo para hablar sobre mí. Imagina que todo lo que considero bueno está condensado en una pequeña bolita de luz que corre sin descanso por un laberinto mental infinito. Pasillos y callejones llenos de puertas encadenadas y rotas que dan a esos fragmentos de memoria que debo contener.
Se giró hacia ella, acomodando su saco con delicados tirones hacia abajo desde las solapas como un intento de disimular los últimos espasmos en sus manos.
Crow le dio la espalda apenas ella comenzó a hablar. Fue allí que alzó la derecha y se masajeó la barbilla, frenando de golpe al darse cuenta de que sus dedos temblaban con suavidad, pero sin control.
─ ¿Sabes? — apoyó el reverso de la mano sobre su mejilla y cerró los ojos. Los espasmos se fueron calmando a medida que regulaba su respiración —. Soy una persona muy complicada. Durante años desarrollé un sistema de reglas para seleccionar y aislar recuerdos que insisten en empujarme hacia una vorágine mental de caos y descontrol.
SW-User
Aiñs . . . Para comer. ¿Cómo que para qué? -Niega.- Solo paga por ellas y ya, me debes mucho dinero por lo de tu gato.
Para qué usarías algo así? Te sirve cualquiera o deben ser específicamente esas? - Se le nota algo nervioso-. Las piezas están guardadas en un complejo especial. Tendríamos que robarlas.
