La hermandad eliminó a un 95% de ellos. El resto se entregó de forma voluntaria o fue obligado a participar en agresivos proyectos que deformaron sus cuerpos hasta dejarlos irreconocibles. A algunos se les permitió vivir en paz dentro de zonas de conservación, el resto sirven como máquinas esclavas, títeres sin alma.
Y para que jamás olviden lo que hicieron, todas sus variantes militares fueron bautizadas como "tecnología Dussart".