>>(22:15) Me pediste que no me rindiera... >>(22:15) Que buscarlo daría frutos... >>(22:16) . . . . >>(22:17) . . . >>(22:18) Aun mis manos están vacías. >>(22:18) Y mi tripulación está agotada... Quieren a su lider y no puedo darselos. >>(22:18) . . . >>(22:19) . . . . >>(22:19) Ya ni siquiera le llaman padre o gran lobo... La desesperación se apoderó de ellos. >>(22:20) Lo llaman por su nombre... Son como niños pequeños clamando a su padre...
>>(23:43) Me llevará tiempo... Te hecho de menos. [/code]
Tan pronto las palabras abandonaron el corazón heroico del hombre, se desplomó. La tripulación no se inmutó, volvieron a sus labores habituales, nadie lamentó la perdida, nadie rindió tributo o celebró el logro producto de no uno, sino de varios sacrificios. Ellos existieron, solo existieron.
<< Tenemos señal. ¿Qué debo enviar? >> Se escuchó en los altavoces sacando del ensueño superficial a la joven rubia. Espabiló y entonces sucumbió al deseo de redactar los mensajes que tanto odiaba escribir; ella lo consideraba una forma arcaica de comunicación, siquiera sabía si llegaría en tiempo y forma. Pero aun así tomó entre las manos un pequeño aparato terrestre, con un emblema impropio de ella, extiende los dedos recubiertos por guantes desgarrados y se dispone escribir.[/code]
[code]El hombre ha perdido el oído, ya no hay una voz molesta que le anuncie la inminente muerte. Ahora es la oscuridad quien le abraza, asfixia, confunde y quebranta. Un segundo más y hubiera caído en una espiral de locura y desesperación, de no ser por una luz apenas perceptible, una señal. La luz logra abrirse paso entre las partículas destructivas, pero el soldado apenas y logra percibirla con aquellos ojos inyectados en sangre. Y entonces avanza con mayor impulso, a sabiendas de que ahora va solo. La luz se vuelve potente a medida que se acerca y da forma a una delicada mano enguantada.
Finalmente, el agarre rescata al agónico hombre, tiran de él hasta ponerlo en resguardo dentro de la nave, donde ya espera un equipo médico. Sin embargo, el soldado dirige su rostro irreconocible a quien le tendió la mano y exclama con su último aliento.[/code]
[code]Las tormentas de Wumerksi, inquietas como la otredad de su vida. Vacías y ardientes. Cancinas y violentas. Su rugir hechizante resuena, lacera y desgarra el traje del portador; lo vuelve hebras incapaces de volverse a unir, las arrastra y las refunde en sus profundidades arenosas. Un vestigio de lo que fue y no será.
Los filtros se desahucian, se desvanecen entre la tormenta sofocante del planeta y entonces gatilla el dolor. El portador respira para vivir o para alargar una tortura inquietante que le escuece los pulmones con cada bocanada de aire y con cada paso que da. Es un morir/morir, la diferencia es donde y cuando. Avanzan o avanza, aun con la piel quemada, con el dolor de las llagas y la carne colgante; avanza hacia una gran cueva, hacia su destino final.[/code]
