Su actitud confiada, amable, chistosa y hasta risueña, era su forma de ser cuando charlaba con gente "ajena al conflicto" de las mafias o de la guerra contra la hermandad. No importaba que el escenario estuviese lleno de sangre, él sólo hizo lucir su tan característica sonrisa confiada y asintió. De alguna manera, Crow creía que eso aislaba el entorno hostil en una pequeña burbuja que protegía todo lo demás de ser corrompido; cosas de mafiosos y soldados.

─ Pero eso significa que alguien más lo cuidará, ¿no? Cómo sacerdotes o el nombre que usen los que te siguen.

Crow le dejó ser, era extraño tenerlo tan cerca; su apariencia tan femenina era algo a lo que aún no estaba acostumbrado.

─ Un qué? ─hizo memoria, había escuchado ese nombre antes─. Ah, uno de esos perros que tienes. ¿Nunca habías visto uno de estos? Son razas especialmente diseñados para casas pequeñas. No me gustan, pero no por eso lo puedo dejar a su suerte. Me preocupa que tus mascotas le hagan daño.