-Y mientras él habló, Tezcatlipoca rebasó a su sacrificio para hacerse de cercanía con la serpiente emplumada. Su mirada determinante pudo haber sido delator suficiente de sus intenciones. Cuando aquel terminó de pronunciar su última sílaba, la poderosa mano del jaguar, con la palma abierta, viajó horizontalmente para impactarse con gran potencia en la mejilla de su hermano menor. Ira. Ira pura es lo que el impacto transmitiría.-