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La consagración a Tezcatlipoca fue motivo de celebración. Al joven moreno rebautizado "Yaótl", se le otorgaron derechos y beneficios que ningún esclavo podía concebir en vida, además del invaluable honor de ser representante de una deidad en la tierra.

Sin embargo, el jolgorio también debía verse motivado, de modo que, al caer el crepúsculo, el autoritario dios citó combate en la arena donde en un año se llevaría a cabo el máximo evento de sacrificio.
Ahí, le espera sentado a los pies de las anchas escalinatas de una pirámide, en la forma de una bestia félida de gran tamaño y belleza.
 
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[code]El único pensamiento que cruza su mente es que ha defraudado a la deidad, por eso su gesto revela inconformidad y confusión. No esperaba nada de eso y ahora ve muy lejos ser digno de alguien de ser sacrificado para una deidad como esa.

Por eso no sintió nada de la regeneración de su cuerpo, mucho menos que ha sido colocado en el hombre de aquel colosal hombre. Sabe que su destino es incierto desde ese momento[/code]
Tezcatlipoca · 100+, M
[code]El avance de sus cuatro patas se transformó gradualmente en el andar de un pie descalzo y un bastón de soporte nivelado a la perfección a modo de impedir inclinarse en el apoyo.

La coloración elemental de su energía no se modificó; sin embargo, cada facción y detalle trazado por una delgada línea de luz lunar por encima de un lienzo estrellado lo delimitó junto con su expresión serena.

El imponente hombre que es Tezcatlipoca con gran facilidad soportó el peso extra tras echarse sobre el hombro al masculino, dispuesto a llevarlo hasta el lujoso lecho donde está instalado después de ser reconocido como el representante del Dios Inclemente, sobre todo porque ahora podía reafirmarlo. [/code]
[code]Confió en ese único golpe. Ese que dirigió a sus vértebras cervicales importantes, fue un golpe seco el cuál le aseguró una muda victoria. Verlo caer de esa forma relajó la excitación del momento, él mismo se dejó caer de espaldas una vez el peligro cesó. Tenía que apurarse a llegar a la base de la pirámide para pedir a los curanderos remedios para detener el importante sangrado de su pierna y abdomen.

Cuando al fin logró levantarse, la imagen del jaguar materializarse y acercarse lo paralizó, fueron solo unos momentos en los que notó alivio a sus heridas. No podía dudar de su Dios, pero todo fue tan repentino que perdió el conocimiento ahí mismo. Para bien o para mal, resintió cada emoción que su cuerpo no lo soportó.[/code]
Tezcatlipoca · 100+, M
[code]Quizá en esa contienda el Dios no probó la fuerza física del más joven, pero si quedó claro su uso de recursos y su improvisación. Supo ponderar sus prioridades de tal forma que sacase ventaja dentro de las circunstancias que no le favorecen, comprendiendo la esencia del sacrificio; algo que debía ser claro en su mente para cuando el momento llegase.

La presión de su mordida cedió cuando su vida se extinguió. Con el hocico manchado en sangre, cayó de costado.

El silencio reinó por cuestión de unos segundos antes de que su cuerpo se descompusiera en cientos de orbes que, danzando con docilidad, fueron llevados al otro extremo de la arena, conformando uno a uno la silueta idéntica del cadáver ya inexistente, solo que esta vez sus colores parecían invertidos y las manchas claramente se veían por el destello neón de su trazo.

Sus ojos blancos se posaron encima de su contrincante, antes de exhalar un vaho cristalino que curaría sus heridas apenas hiciera contacto.[/code]
[code]Debía terminar con eso muy pronto o no contaría con nada después. Al ritmo de las heridas que mantiene en el abdomen y parte de los brazos solo sirven para incentivar un buen golpe. Solo un golpe necesita para poder dejar fuera de combate al jaguar, la pregunta reside en qué tendrá que sacrificar para lograrlo, deberá dar algo para distraerlo o no será posible.

Su respuesta llegó pronto, cuando lo vió correr hacia él. Así que se quedó parado en una posición defensiva, dejando que mordiera su pierna tal y como parecía que lo tenía planeado. El dolor de la mordida fue brutal, pero también la fuerza y dimensión del golpe que le cesta en el cuello, buscaría desnucarlo en el acto.
Si eso no llegara a funcionar, podría darse por muerto. [/code]
Tezcatlipoca · 100+, M
[code]El golpe en su nariz lo aturdió de tal forma que debió tomarse un momento en sus cuatro patas tras soltarse. Tezcatlipoca demostró que no existiría tregua suficiente si no hasta ser vencido; la prudencia y gentileza del sacrificio empezaba a molestarle.

En cuanto se recuperó, una nueva carrera fue iniciada en contra del hombre bañado en su propia sangre, dilatando los sentidos más primitivos del jaguar que entonces pretendió atacar, utilizando de nueva cuenta los colmillos, una de las piernas de su antagonista.[/code]
[code]Apretó lo más que pudo su cuello antes de retroceder un paso, lo que lo salvó de ser eviscerado ahí mismo por las garras traseras del jaguar, que lo obligó a soltarlo. No así su brazo que pareciera estar atado en esos dientes, lo único que se le ocurre es dar un golpe con el puño a la nariz del animal para hacerlo retroceder de una u otra manera antes de que los arañazos que ahora su piel luce sean más graves.

La sangre comienza a resaltar de su morena tez, el dolor es soportable por la adrenalina del momento, sin embargo, sabe que en cualquier momento deberá rendirse, no por miedo, sino por el límite de sangre a perder, no desea exponerse mas allá de lo debido, un ápice de prudencia debe hacer que se detenga todo eso.[/code]
Tezcatlipoca · 100+, M
[code]El mérito de no caer cuando su colosal peso lo embistió fue reconocido por el Dios atrapado en las palmas de un ambicioso guerrero peleando para terminar pronto la contienda.

El jaguar padeció la poderosa constricción, sin embargo, al ser racional y antes de caer en la desesperación, curvó su cuerpo, dispuesto a empujarlo y de paso a rasguñarlo con las zarpas ubicadas en las patas traseras que generarían un daño importante en el abdomen del moreno al momento de resbalar repetidas veces en la búsqueda de ese empuje.

Su aliento espectral junto con su saliva fueron expulsados durante sus félidos quejidos, además de intentar morder o abrir heridas con las uñas del frente ya fuese en sus brazos o en sus hombros, de forma tan aleatoria que su única victoria del momento sería lesionar músculo o excitar el sistema nervioso para ser liberado. [/code]
[code]Aunque se movió de lugar para quedar completamente expuesto, su mirada no dejó de analizar cada movimiento o lugar que había a su alrededor, su respiración permaneció calmada y lánguida para reaccionar si así era necesario.

Y ocurrió.

Ese rugido solo pudo ponerlo en alerta cuando notó la habilidad del gran felino que se abalanza, huir no fue opción, así que solo pudo bloquear su mandibula al ofrecer su brazo cubierto con piel y otros atavios que sufrieron los estragos, así como su piel descubierta. El dolor no fue la impedimenta para poder tomar del cuello al animal y comenzar a apretarlo. Sus piernas cumplieron el cometido de no hacerlo trastabillar, sino mantenerlo firme al piso para cualquier cosa[/code]

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