La miró con cierto recelo. Aunque por otra parte... eso era más propio de ella, de su Lappland, la lupo obstinada e impulsiva que se lanza a la batalla como un torbellino sin importarle si está herida. A quien siente la responsabilidad de cuidar para que deje de hacerse daño...

Cerró uno de sus ojos al sentir como tiraba de su mejilla, prácticamente sin fuerzas. —Es la única cara que tengo.— Se excusó, antes de levantarse, y acomodó sus almohadas un poco. —Recuéstate, ya hiciste suficiente esfuerzo por hoy.