Se removió para poder acomodar mejor su cuerpo en la camilla. —Tienes razón, siempre has tenido esa "poker face" señaló hacia su rostro y después dejó caer su mano con pesadez.
Cerró sus ojos y suspiró, era dura cuando se trataba de medicación pero en este caso poco a poco su cuerpo cedía y eso quizás era señal de que hacía efecto pero también de que ella seguía empeorando y la oripatia no detendría su avance.

La miró con cierto recelo. Aunque por otra parte... eso era más propio de ella, de su Lappland, la lupo obstinada e impulsiva que se lanza a la batalla como un torbellino sin importarle si está herida. A quien siente la responsabilidad de cuidar para que deje de hacerse daño...

Cerró uno de sus ojos al sentir como tiraba de su mejilla, prácticamente sin fuerzas. —Es la única cara que tengo.— Se excusó, antes de levantarse, y acomodó sus almohadas un poco. —Recuéstate, ya hiciste suficiente esfuerzo por hoy.

—¡Jeje! — Por supuesto que le gustaba presumir, jamás mostraría debilidad ante nada ni nadie, era y sería uno de los operadores más efectivos de Rhodes y no pensaba permitir que eso cambiara. Aunque ahora las condiciones básicamente estuvieran en su contra. — Estaré bien, quita esa cara. — añadió tirando ligeramente de su mejilla.

Un medicamento más agresivo era también un riesgo. Quizás su cuerpo lo rechazaría, quizás sería peor el remedio que la enfermedad. No había buenas opciones, solo opciones que la mantuvieran respirando, con consecuencias aterradoras.

Texas movió el rostro hacia la mano de la albina, alzando la propia para tomarla. —Debiste controlarlo desde un principio, pero te gusta presumir.— Acarició con sus dedos el dorso suavmente.

Ahí estaba, siempre contradiciendose. La albina no contuvo una risa suave, débil y enseguida levantó su mano para acunar la mejilla de la azabache. — ¿Por qué te la dejaría fácil? — sonrió y se removió nuevamente. — Quiero salir de aquí. ¿Sabías que Silence consiguió un medicamento más fuerte?. Lo está probando en ella misma, si funciona lo usarán en mi así que estaré bien por un poco más de tiempo. — sus orejas se movieron un poco. —Pero debo controlar el uso de mis artes. — resopló. — Que fastidio.

Apretó los labios. Mirando a la albina con cierto desdén. ¿En serio iba a tomar esa actitud cuando se preocupaba por ella? Tanto intento llamar su atención desde el primer encuentro, provocarla, pelear, y ahora que quería cuidar de ella, la cuestionaba. —Callate, tonta.— Dijo, hostil. —Nunca quise que murieras. Nunca desee esto.— ¿De que servía ahora decirle que iba a ponerse bien? Ambas sabían que eso era imposible. —¿Por qué eres tan difícil incluso ahora que apenas y puedes hablar?

¿Por qué le molestaba eso?, ¿No era Texas quien la estaba evitando al principio?...ahora parecían inseparables, como en los viejos tiempos. Cuando Lappland llegó a Rhodes la infección había comenzado a avanzar, conocía lo que le esperaba, pero con la llegada de Texas todo cambió. Se removió en su lugar para tomar asiento y le miró, débil, agotada. — Nee Texas. ¿No querías esto?. Si eso sucede por fin podrías enterrar tu vida en Siracusa. —

No le gustaba verla tan abatida, no sólo físicamente, sino su espíritu. Meses antes se habría enojado y habría insistido que podía pelear. Ahora simplemente se resignaba... Texas no pudo evitar el dolor que sentía. —He hablado con con el jefe. Me quedaré en Rhodes hasta que te pongas bien, Exusiai se encargará de mi trabajo.

Cada vez era más frecuente pero en el fondo ya estaba acostumbrada, sabía que un día no volvería a salir de esa sala. — Entonces no pasa nada, estaré bien y volveré a batalla cuando pueda. —

—Te dije que no te arriesgaras. Casi te pierdo...— Texas nunca se sentía tan expuesta como cuando veía a Lappland postrada en una cama. Regresó a su asiento, tomando la mano de la albina para besar sus nudillos. —Silence dice que te pondrás bien. Pero no podrás salir a pelear en algún tiempo... otra vez.