—Si, pero no quita que me caigas mal.

Indicó con una sonrisa media dejandolo hacer su voluntad, aguantando la risa por las cosquillas que eso le daba.

—¿Recuerdas cuando te incomodaba mi rostro?

━ Me amas.

Comentó sonriendo de lado, se giró sobre su costado y frotó su rostro contra los delicados muslos de la marin.

No protestó con palabras sino con una expresión de descontento. Era suya, si, pero no tenía que decirlo de esa forma. Le dejó entonces recargarse y se acomodó para que la cabeza del hombre se recargara en los muslos femeninos.

—Me caes muy mal. -

━ Si lo eres, pero eres MI recargadera ¿Entiendes?

Dijo aun con los ojos cerrados, solo en presencia de ella se sentía lo suficientemente confiado para bajar la guardia como lo hacía en ese momento.