« Back to Album · Next »
This page is a permanent link to the comment below. See all comments »
Luego de aquello miró el arma de la mujer… De solo haber tenido sus metales sería tan sencillo arrebatarle la cuchilla. Soltó una maldición. Luego se dirigió hacia su hacha, más exactos hacia su capa digna de un nacido de la bruma. Las tiras que salían de la misma revoloteaban una vez la alzó. Como un animal vacilante trataban de enroscarse entre su brazo.
Erick entonces volvió hasta ella, a una distancia prudente para no salir cortado por aquella filosa arma. Se puso la capa y quedó expectante. Aún si ella le dijo que atacara él no lo hizo; ya había gastado un sucio truco y tenía cierto interés en el honor dentro de batallas.
–Yo no tengo una cuchilla para defenderme –admitió–. Estoy también con una desventaja.
Tiró entonces de su cinturón un saquito de monedas. Cuando él se movía ellas resonaban entre sí, era una alerta que hacía advertir de su posición. Poco sutil en batallas de sigilo pero muy eficaz para atacar a los oponentes a la hora de usar alomancia.
[...]
Erick entonces volvió hasta ella, a una distancia prudente para no salir cortado por aquella filosa arma. Se puso la capa y quedó expectante. Aún si ella le dijo que atacara él no lo hizo; ya había gastado un sucio truco y tenía cierto interés en el honor dentro de batallas.
–Yo no tengo una cuchilla para defenderme –admitió–. Estoy también con una desventaja.
Tiró entonces de su cinturón un saquito de monedas. Cuando él se movía ellas resonaban entre sí, era una alerta que hacía advertir de su posición. Poco sutil en batallas de sigilo pero muy eficaz para atacar a los oponentes a la hora de usar alomancia.
[...]
Add a comment...