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User1583788 · 26-30, M
Altair, de andar seguro y gallardo, se deslizaba por el bullicio de la gran ciudad, su figura destacando entre la multitud. Sus ojos, oscuros como una noche sin estrellas, examinaban todo meticulosamente. Aquel era su entorno, un laberinto de concreto y luz, lleno de sombras y oportunidades.

Su mente, afilada y calculadora, se mantenía alerta a pesar de su postura relajada. Cada paso que daba, cada mirada que lanzaba, no era más que un movimiento en su complicado juego de ajedrez. La vida para él era una partida en la que debía sacar el máximo provecho.

Sin embargo, no todo en Altair era estrategia y frialdad. Un ligero gesto coqueto asomaba en su sonrisa, un destello seductor en su mirada. Con el mismo deleite con que disfrutaba de su tablero de ajedrez humano, amaba los placeres que la carne podía brindar. No ocultaba su disfrute del sexo, ni la sensual somnolencia que se desprendía cuando era sometido a sus caprichos.

Siempre exigente, siempre demandante, Altair se negaba a conformarse con menos. El libertinaje era su estandarte, el símbolo de su lucha contra lo convencional y restrictivo. Y, a pesar de sus vicios, sus virtudes eran igual de fuertes. Un buen amigo, siempre listo para defender a los suyos, y un guerrero incansable contra la injusticia.

En pleno paseo, sus pensamientos fueron interrumpidos. Un joven irrumpió en su camino, su cuerpo chocando con el de Altair. De pelo oscuro y con unos ojos que parecían guardar un mundo de silencio y melancolía, el joven era el retrato de una belleza tranquila y reservada.

Altair quedó un momento en silencio, su mirada fija en la figura del desconocido. En ese instante, los cálculos y las estrategias quedaron a un lado. Sus ojos, por lo general llenos de intensión, se suavizaron, y una sonrisa, genuina y calida, surgió en su rostro.

—Perdona— comenzó, con una voz suave y dulce —no te había visto.— Su tono estaba lleno de un encanto travieso, y en su mirada, un destello de interés. Algo en el joven le había cautivado, y Altair, siempre demandante, siempre insaciable, ya estaba listo para explorar este nuevo juego.
 
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