31-35, M
Ácido, sarcastico
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Ass1526308 · F
*Cada segundo que pasaba se le hizo un siglo, el miedo comenzó a aumentar en lo más profundo de su ser, era la primera vez que sus ojos sentían la cegadora luz del cielo y aunque la llenaba de regocijo, también sentía temor por el nuevo mundo del cual había estado aislada, cuyo oxígeno le quemaba los pulmones en cada inspiración y sus sonidos eran algo totalmente nuevo para ella.
Esperó paciente, intentando tomar control sobre sus sentidos pero fue cuando aquel joven la encaró cuando ella al fin pudo posar sus peculiares orbes dorados sobre los ajenos, podía ver la determinación en aquel hombre que la observaba tan curiosamente, mientras ella, ella se limitaba a mirarle con los párpados abiertos de par en par, reflejando en aquellas hermosas ventanas a su alma, el inmenso temor que sentía esperando que él pudiese liberarla de aquella camisa que le privaba de su libertad.
El brillo de aquella arma blanca logró exaltarla, pensó que definitivamente era su fin y cerró los párpados con fuerza esperando la muerte que seguramente aquel ser le daría gracias a la desconfianza pero, ¿Quién era ella para juzgar? era una simple extraña que había salido de una extraña prisión que bien podría ser el reservorio de un criminal de gran índole, pero fue gran sorpresa para ella cuando sintió la pequeña libertad que le proporcionaban aquellas ropas, las ataduras no la estaban apretando más y al fin pudo relajar sus músculos; incrédula observó al hombre, no tenía palabras para poder dirigirse a él y por ello, le escuchó con atención*
-N-no soy una mala persona-
*Susurró con delicadeza, hacía tanto que no podía hablar que pudo experimentar el temor de tener las cuerdas vocales atrofiadas, entendió perfectamente las palabras del muchacho pero incapaz de hacer uso de sus músculos se quedó mirándole, aunque muchos otros de sus sentidos estaban a la perfección, su cuerpo, gracias al tiempo en que estuvo sumergida en aquella extraña sustancia que servía como substrato para su mantenimiento, sentía que tomaría tiempo volver a retomar el uso correcto de sus extremidades, las cuales contestaban a sus impulsos cerebrales con vagos movimientos lentos*
Esperó paciente, intentando tomar control sobre sus sentidos pero fue cuando aquel joven la encaró cuando ella al fin pudo posar sus peculiares orbes dorados sobre los ajenos, podía ver la determinación en aquel hombre que la observaba tan curiosamente, mientras ella, ella se limitaba a mirarle con los párpados abiertos de par en par, reflejando en aquellas hermosas ventanas a su alma, el inmenso temor que sentía esperando que él pudiese liberarla de aquella camisa que le privaba de su libertad.
El brillo de aquella arma blanca logró exaltarla, pensó que definitivamente era su fin y cerró los párpados con fuerza esperando la muerte que seguramente aquel ser le daría gracias a la desconfianza pero, ¿Quién era ella para juzgar? era una simple extraña que había salido de una extraña prisión que bien podría ser el reservorio de un criminal de gran índole, pero fue gran sorpresa para ella cuando sintió la pequeña libertad que le proporcionaban aquellas ropas, las ataduras no la estaban apretando más y al fin pudo relajar sus músculos; incrédula observó al hombre, no tenía palabras para poder dirigirse a él y por ello, le escuchó con atención*
-N-no soy una mala persona-
*Susurró con delicadeza, hacía tanto que no podía hablar que pudo experimentar el temor de tener las cuerdas vocales atrofiadas, entendió perfectamente las palabras del muchacho pero incapaz de hacer uso de sus músculos se quedó mirándole, aunque muchos otros de sus sentidos estaban a la perfección, su cuerpo, gracias al tiempo en que estuvo sumergida en aquella extraña sustancia que servía como substrato para su mantenimiento, sentía que tomaría tiempo volver a retomar el uso correcto de sus extremidades, las cuales contestaban a sus impulsos cerebrales con vagos movimientos lentos*