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* ¿Hasta cuándo pararía su tormento? ¿Por qué la vida buscaba hacerla sentir una y otra vez el dolor de su perdida? Esos pequeños cuerpos comenzaron a enfriarse entre sus manos, mientras ella derramó un par de lágrimas por esos " hijos" que había vuelto a perder.

El enemigo había muerto en su mayoría, todos a manos de ella y el misteriosos joven que minutos antes observó. Quedaban soldados en pie, eliminando unas cuantos invasores. Sigrid sabía lo imprudente que fue, recordó las almas de sus hijos que se mantenían confinadas en alguna parte del universo.

A pesar de saber que el Ejecutor, podría castigar su desobediencia, no se arrepentía de haber actuado y cegado la vida de esos inmundos seres. La guerra había terminado, el pueblo se replegó lejos de ella, conmovidos por su gesto y atemorizados por su actuar.

Una sola voz se acercó a la pelinegra, suave, casi gentil, probablemente curiosa, pero sin odio o temor. Sigrid lo miró de reojo, era ese guerrero, que nuevamente estaba ante ella. *

No los conocía, pero sé que ellos no merecían morir, al igual que tu gente no debía ver sentir tanto miedo, es bueno ver que hay guerreros que dejarían sus vidas por salvar a los suyos, antes que huir. * Se sintió orgullosa de verlo luchar, recordó viejos pasajes de su vida, de los errores que cometió y de la gente con tan poco valor que ella, tristemente eligió para compañía en su vida*
 
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*Cada pacto que realizó en el pasado, le devolvieron una razón para vivir; recuperar a su familia era el motivo que hacía a Sigrid seguir viva, aunque ahora bajo el servicio de un ser oscuro ( aunque no lo era, para ella sí, por mantener prisioneros a sus hijos).

Ser mensajera de la guerra era grato, disfrutaba ver la estúpida condición de las especies y lo finito de la vida y el orden.

El olor a sangre y el sonido de los lamentos, alimentaban el alma aún rota de la pelinegra; también le reconfortaba saber que no era la única que sentía la ira y tristeza de la muerte. El Ejecutor, le había hecho hincapié en una sola acción: no intervenir a favor o en contra, de algún bando, solo podía hacerlo si él le expresaba lo contrario.

En este evento,ella no podía ejercer ninguna acción que pudiera alterar el proceso natural de la guerra.

El caballo en el cual llegó al pequeño pueblo que estaba siendo sitiado y saqueado, desapareció ante los ojos de decenas de hombres que huían en distintas direcciones. Ella comenzó a caminar en busca del mejor lugar para ver el fin.*

Es una pena, parecía acogedor ...* Murmuró para si, mientras veía el desastre de pronto una escena capturó su atención, sus ojos carmesí se enfocaron en un par de niños que estaban a varios metros de ella.*

Adam, Astrid...mis pequeños * susurró apenas notó el enorme parecido de esos niños con sus hijos, ahí pudo sentir su corazón latir con fuerza, se estremeció al notar que estaban a punto de ser asesinados*

No lo voy a permitir * justo cuando estaba pronunciando aquellas palabras, apareció un joven hombre. Un par de movimientos bastaron para que el guerrero acabara con el enemigo. El ojo experto de Sigrid, entendió que él era el as bajo la manga de ese pequeño lugar, posiblemente el único capaz de hacer menos dolorosa esa guerra. El amor que él profeso en ese momento hacia los menores, distrajo a Sigrid por completo.

Los niños corrieron entre llamas y cadáveres, buscando refugio. El misterioso salvador luchaba en franca desventaja para salvar a su pueblo. La gente gritaba señalando a Sigrid como la culpable. *

¡ Es un demonio! ¡Ella trajo la desgracia! * Los gritos de miedo y odio contra ella hacían eco en todo el lugar. Sigrid seguía mirando inmutable a los niños, un par de lágrimas rodaron por sus ojos, cuando a la distancia un soldado cortó la cabeza de los menores. Ella ahogó un grito, el dolor le carcomía el alma una vez más y sin importar las consecuencias, desenfundó su espada. Su caballo, el mismo que no era de este mundo, apareció para que ella lo montara, rodeado de llamas oscuras, que al tocar petrificaban . Sigrid, volvió a sentir el deseo de sangre y hambre de venganza, cabalgó partiendo por la mitad decenas de guerreros, decapitando a otros más.

Cuando llegó ante el culpable, un alarido de dolor resonó en todo el lugar, clavo su espada tantas veces como le fue posible, dejando del hombre, solo el recuerdo de lo un día fue, pequeños trozos de carne quedaron sobre el suelo, mismos que se convirtieron en el alimento de su corcel. Había descendido ya de su caballo, caminó hacia los cuerpos de los niños, tomando a ambos entre sus brazos, ahí cantó una canción de cuna y despidió el alma de los menores.

El campo de guerra, parecía silencioso, ella no miró más allá de lo que hizo, se mantuvo pegada a esos pequeños cuerpos aún tibios, aunque sus cabezas no estuvieran ahí. *
Lo odio, se llevó lo que único que me quedaba, le causó un inmenso dolor y aún así él me devolvió la esperanza.

* Soltó un largo suspiro mientras caminaba en ese viejo castillo en el fondo del bosque oscuro. Entre polvo y noche eterna, Sigrid había formado en ese lugar frío y poco acogedor, su nuevo hogar.

El Ejecutor, le había dado una nueva vida, en el sentido literal de la palabra. Ese enemigo al que ni su hija pudo vencer, le daba la oportunidad de trabajar para él y recuperar de los confines del universo a Astrid y Adam, sus dos grandes amores.

El general, Luhmann se presentó ante Sigrid, llevando un mensaje del Ejecutor, debía anunciar la guerra en un pequeño y lejano poblado.*

Llegaremos a través del portal que él ha preparado. El curso no se debe detener y la guerra va a comenzar, me dijo que es tu primera prueba para llegar a Adam.

* Esas últimas palabras alejaron a Sigrid de su copa de vino que había estado contemplando por varios minutos, con ese rostro inexpresivo que en los últimos años había adquirido.*

Si tenemos que arrasar con un mundo por Adam, estoy dispuesta a pagar el precio.


* Caminó a la salida de su castillo, cruzando entre la maleza del bosque, hasta encontrar el centro, ahí estaba el portal que la llevaría al próximo punto de tensión.

Unos segundos bastaron para aparecer a las afueras del pueblo, iba sola vestida completamente de negro, anunciando el caos y la muerte que llegaría. Su presencia marcaba simbolismos, sus labios rojos eran la sangre que se derramaría. Su mirada fría, era semejante a la de un cadáver. *.

Es una pena que un lugar tan pequeño y acogedor, este a punto de extinguirse. * Su oído privilegiado, podía escuchar como estaban siendo sitiados por el enemigo, su presencia indicaba que estaba en el lugar del bando perdedor. Al menos ese era el patrón que hasta ahora había encontrado, aunque en el fondo deseaba equivocarse, sin saber con exactitud el por qué de esa sensación. *.