-Era difícil para ella cada vez que Taiyang decía esa clase de cosas, pues sabía las consecuencias de darle alguna clase de esperanza, ya las habían vivido muchos años atrás. Sentada en el sillón en el que estaba, recargó el codo en uno de los costados, y al tiempo, su mentón en su puño cerrado. Desvió la mirada de su esposo, que arreglaba la puerta que Yang había destrozado otra vez, por no medir la fuerza de su nuevo brazo.-
A veces hay que hacer sacrificios, se fuerte. -Tal vez eso había sonado más frío de lo necesario, porque no se refería del todo a la barba.-
¿Cómo es diferente? Bueno, creo que me excedí un poco, sólo pedías que no me deshiciera de mi barba. La dejaré crecer entonces.
-Hace apenas un par de días que había rasurado su barba, por lo que de vez en cuando sentía un leve ardor y picazón en el mentón. Llevó su mano a su barbilla y la frotó con los dedos, deslizando las yemas también por las mejillas.- Que sepas que me pica mucho, eh. -Espera recompensa.-
