- S-soy... Sapphire. -Respondió apenas con un notorio rubor que se dibuja sobre sus tersas y regordetas mejillas.- E-es ... ¿Para mí? -Dijo apenas escuchandosele el tono en su dulce voz, sintiendo que el corazón le latía a mil por hora y que aquello posiblemente es solo un sueño, uno más de los muchos que ha tenido. Con delicadeza estiró su mano pequeña para tomar la rosa y sentir con su propio tacto las espinas que posiblemente podía tener.-

¡Oh! ¡Qué peculiar tener a una señorita tan fresca y encantadora en este lugar! - Exclamó lleno de sorpresa, dándose cuenta de lo joven que era su clienta de ese día. - ¡Nada que una rosa carmín brillante no pueda alegrar y embellecer tan adorable rostro! ¿Cómo me es permitido nombrarte, princesa mía?

-No le importaba saber si aquella rosa de tono carmín está destinada para ella o alguna bella pretendiente del joven Tamaki, jamás había recibido una en toda su juvenil vida, por ende, imaginó por breves segundos que ella sería aquella princesa destinada por el joven Tamaki, siendo único en su clase y conocido por todas las chicas, aunque Sapphire siquiera podía compararse con esas chicas empezando porque ellas son mayores a ella.-

-Imagino entonces en su propio mundo y en silencio.-