Justamente había logrado lo que quería, a decir verdad observar como la rubia se marchaba y el rostro de todas las demás chicas fue razón suficiente para sentir una gran satisfacción. Aceptaba en sus adentros que la única humana que le agradaba era Nanami y que poco le importaba ser admirado o complacido por cualquier otra mujer que existiera en el plantel educativo.

— Es hora de irnos— Sin soltarla y con la mano libre tomó el bento de los dos para salir junto a la castaña hacía la zona verde de la preparatoria.