Los pies firmes pisaban por sobre escalones de esas perdidas ruinas, un polvozo viento ondeaba sus largos cabellos mientras llevaba ropajes vistosos, joyas, y algunos adornos en la cabeza. Un hombre de aproximadamente 2.50 metros, alto y fornido, pálido en complexión y de facciones bellas, mantenía sus sentidos agudos en aquel lugar desolado, donde el silencio era más inquietante que nada, intentando encontrar los misterios que guardaban el lugar.

La búsqueda de conocimiento era siempre continúa para aquellos que deseaban alcanzar mayores saberes, y una de las aptitudes del hechicero en cuestión era sin duda esa, continuar buscando artefactos, libros, rollos e información para saber más cada vez, y en ocasiones inclusive llevarse artefactos lejos de las manos dde personas o seres que posiblemente los usarían para el mal.

Algo que pocos sabían era que Jarrus tenía un taller mágico secreto debajo de la torre principal de la Ciudadela, y aquello lo usaba para resguardar un portal que principalmente lo llevaba a una cámara escondida donde tenía varios artefactos que deseaba mantener lejos de las manos de otros.

Y habiendo escuchado de un posible artefacto en unas lejanas ruinas, se había tomado la primera semana desde su regreso para ir a investigar, dejando su hogar en las manos de su hermano Bjorn.