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El ruido al rededor correspondía al sitio en el que se encontraba. Decenas de hombres y mujeres, apestando, bebiendo, gritando...en ese momento sintió que los odiaba...quería simplemente sacar su espada e iniciar ahí mismo una carnicería. Pero los necesitaba...tanto como necesitaba aquel momento. Centró su mirada, helada y asesina, en el piche que rodeaba con sus manos y respiró profundo. Él también hedía...él era impuro...nada se asemejaba a ella, ni lo haría nunca, y en ese momento el tono dorado de la cerveza espumosa, le recordó el color de los cabellos de su bella Elize -"Bella y (...)
 
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AL1572916 · F
— Creo que, siendo que es nuestro primer encuentro, prefiero hacerlo con una cerveza. Sobre todo si ambos necesitamos estar intactos para salvar a nuestro príncipe. —Sostuvo el pichel con ambas manos, observando la bebida que soltaba espuma y tenía un tono nada agradable a la vista. ¿Se había mencionado ya que Arwydd era una pseudo-señorita?, ese título le valía para no haber probado la cerveza con anterioridad; aunque nada podía saber peor que los brebajes que le preparaba la señora con la que vivía. — Por nuestro encuentro. —Dijo en voz alta, alzando levemente el contenedor y llevándoselo después a los labios para así beberlo. ¡Por qué tenía la impresión de que la orina de gato tendría un sabor similar! Solamente necesitó beber un poco para saber que no querría beber eso nunca más, no obstante, decidió obligarse a tragar más de la mitad del líquido. Mientras más pronto se acabará, mejor, ¿no? — Háblame entonces, ¿me creerás e iremos a salvarlo?
AL1572916 · F
El tiempo se detuvo de pronto. Arwydd tenía los reflejos de un gato – merced a sus años viviendo en soledad y teniendo que sobrevivir en las calles – por lo que su cuerpo entero se puso alerta ante los movimientos de su hermano mayor y del arma que portaba. La parte trasera de sus botas le escoció como clara sugerencia a extraer sus dagas, empero, fue el sentido de camaradería, que se presentó en cuanto lo vio, el que la obligó a darle el beneficio de la duda y a hacer algo que detestaba: esperar. Su aguante rindió frutos cuando él clavó el arma en la madera y esta crujió bajo su filo. Arwydd pudo soltar el aire que había contenido en todo ese instante, relajando nuevamente su cuerpo, aunque no demasiado, por si las dudas.
TL1572945 · 36-40, M
(...) lo había extraído y, sin prestar atención al despilfarro del preciado líquido dorado, acercó un pichel vacío, para llenarlo, pichel, que luego le ofreció a Arwydd -En El Dominio, las cosas importantes se discuten o con cerveza en la mano, o con acero...tu decide-
TL1572945 · 36-40, M
Analizó su rostro mientras le argumentaba; la forma en la que movía los labios al hablar, cada una de sus expresiones. Era su viva imagen, sólo que ella no había tenido que pasar por el calvario de Uleverede, no era uno de los marcados como Único. De pronto, la cicatriz en su pómulo izquierdo le ardió.

En un movimiento tan sigiloso, rápido y abrupto, de asesino nato, extrajo la daga que llevaba enfundada en su cinturón...una pieza hermosa y esbelta, de casi quince centímetros...un halo de peligro inundó la atmósfera alrededor de ambos. Era como si se cerniera sobre ellos un demonio que jugase a tentar al uno o al otro para matarse. Pero igual que surgió, se deshizo cuando el Castaño, en vez de dirigir el filo del arma a la humanidad de su media hermana, lo empleó para dar una puñalada en la madera del tonel que antes había acercado a su mesa. Tras el crujir del roble, una oleada de cerveza fue escupida por la herida abierta en el barril. Torrhen, guardó el puñal de dónde lo (...)
AL1572916 · F
Una sonrisa ladina se formó en sus rosáceos labios y sus ojos azules acusaron un brillo pícaro. Arwydd tenía una lengua filosa que había heredado de ese "Rey Loco" que le había dado la vida. Tal vez se había reunido ahí a hablar con él con propiedad y seriedad, pero el cuestionamiento de sus acciones la había ofendido un poco. Era imposible para ella no rugir cuando eso pasaba.
AL1572916 · F
Sumado a ello estaba el hecho de que su madre explícitamente se lo había pedido y "preservar el legado de tu padre" no le sonaba tan descabellado si ese legado respiraba y vivía.

—Digamos que tengo una conciencia muy grande. —Mantuvo su vista clavada en la ajena en todo momento, como una típica cazadora sabía que de bajar la mirada podría ser vista como menos o como presa. Y su hermano destilaba por toda su apariencia la pinta de ser, como ella, un dominante. —No podría vivir conmigo misma si él falleciera, mucho menos sabiendo que pude hacer algo para evitar su muerte; sin mencionar el lado político, claro está. ¿Tú podrías?, ¿eres ese tipo de hombre que solamente se preocupa por sus narices, hermano?
AL1572916 · F
—No soy tan típica como para odiar a mi progenitor por el hecho de que mi madre quisiera amarrarlo con una hija. —Empezó a decir tras recargar su codo sobre la mesa y usar su mano de soporte para su barbilla. —Y no es exactamente como que sienta compasión por alguien que, sencillamente, no conozco.

Aquella era una verdad a medias pues, aunque no sentía ninguna emoción cuando pensaba en el príncipe o en el rey, existía dentro de ella una pizca de remordimiento ante la idea de dejar que un chiquillo falleciera por el simple hecho de haber nacido príncipe; pese a ella no tener ese título, sabía muy bien lo que era que los padres dejaran sobre los hombros de sus vástagos algo más que herencia genética. El pobre príncipe no había ni vivió quince primaveras, ¿era de verdad justo que se le dictara sentencia de muerte así como así?
AL1572916 · F
Cuán extraños y bárbaros eran los hombres. Desde que Arwydd tenía memoria su madre no había hecho otra cosa que empeñarse en decirle todo lo que una señorita debía y no debía hacer, poniendo de ejemplo a la hija de su mejor amiga y ridiculizando a su propia sangre sin cargos de conciencia. Era justamente gracias al aprendizaje por imitación que la fémina sabía sentarse apropiadamente, hablar con altivez y manejarse bien en la mesa; aunque era claro que no se le ofrecía la misma educación a los hombres. Mientras pensaba cuán desigual era el sistema la taberna se fue vaciando y dejando de ser ese sitio ruidoso al que había ingresado unos segundos atrás, con excepción de su medio hermano por supuesto, quien no dudó en mostrarse simplón al mirarla con descaro. Arwydd le hubiera clavado la punta de su bota en el rostro de no ser porque no tenía tiempo para perder en rencillas.
TL1572945 · 36-40, M
(...) claro era si la chica en realidad tenía planeado salvar al principito, o si por el contrario pensaba asegurar el asesinato, trabajando como agente doble, entre las fuerzas del ejército realista. Apretó el ceño. Esa joven debía odiar al Rey, debía sentir envidia por ese niño...¿Por que mierda quería ella ayudarlo?

-A ver si entiendo. ¿Tu, mi muy guapa pero siniestra hermanastra, quiere mi ayuda para salvar a nuestro medio hermanito, porque sientes compasión por él a pesar de que su papá te echó de casa ?- Se meció en la silla, y primero sonrió ampliamente, luego, empezó a carcajearse in crescendo, hasta que se recuperó tosiendo.
TL1572945 · 36-40, M
(...)ademán a Sir Patillas (Ulfric), gesto que pareció despertarlo tras haber visto a la jovencita. Hizo a su vez otro ademán a varios de los asistentes, y de una forma sorprendentemente ordenada, salieron todos uno tras otro, dejando el gran salón solo con los dos. Cuando esto hubo pasado, Lord Talbot se levantó de su asiento y se dirigió a una mesa próxima sobre la que habían apoyado varios toneles de cerveza. Tomó uno, sin mucho esfuerzo -Bien...ya se fue la plebe, Lady Lothaidh...-Su tono fue totalmente burlón. Descaradamente le miró el rostro, le miró las tetas y le sonrió con ternura fingida -Mierda, ¡ Que si te pareces a mi! -Se tapó la boca con la diestra y dejó el tonel en la mesa que compartía con ella.

Cayó desplomado en la silla. Era una actuación mal interpretada. Creía en ella porque sabía que tenía una media hermana a parte del principito, y que debía er una joven más o menos de su edad, todo tras hacer muchas preguntas y programar muchas citas. Lo que no tenía(...)

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