los que estaban preparándose se veían bastante ocupados, en que las luces estuvieran en el ángulo correcto, las cámaras bien enfocadas y una de las actrices retocando el maquillaje, pero, entre ellos una mujer rubia a la que personal se le acercaba por instrucciones le llamó la atención.
Se acercó un poco, tenía unos lentes oscuros para ocultar la cruda de la noche pasada, además la luz de tantos reflectores debía ser una mierda.
Tocó el hombro de la mujer, después mostró aquella carta con la dirección.

—Tal parece que conocí a alguno de por acá anoche, me han entregado esto, aunque ya veo de lo que trata, tenía curiosidad de saber qué estaba pasando. Ahora del por qué me citarían en esto.

¿Hasta dónde podía llevar el dinero fácil a la gente? Fue su primer pensamiento al despertar. En su desarreglada habitación, las vacías botellas de alcohol y chingas de cigarro en el suelo.
Respecto la noche anterior fue un misterio. Había estado con unas personas, y entre risas y copas una cosa debió llevar a la otra. Tuvo que estar bueno, se aseguraba, pues no había manera de estar cubierto solo por una sábana de no ser así.
Se sentó, mirando los alrededores conforme bostezaba, y ahí, sobre la mesita de noche se hallaba una nota con una dirección, nombre de lo que parecía una agencia, todo con una hora específica para llegar.
Quiénes hayan sido pusieron sus ojos en él. Valía la pena averiguar.

. . .

Pasados de las dos de la tarde, el azabache llegó a un edificio en los centros de la ciudad. No vaciló en si entraba o no, se hizo hacia el interior, encontrándose con una serie de pasillos y puertas hasta una distinguida habitación llena de cámaras para un set de grabación.