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Saluda a la cámara, Batsy.
POR QUÉ NO SONRÍES?!
 
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HQ1580951 · 31-35, F
Y tú, criatura... —suspiró con falsa tristeza, sintiendo la pecera temblar cada vez más fuerte debajo de ellos. Esta vez lamió la sangre que se estaba secando en esa piel tierna, mientras el menor se esforzaba por rodar y alejarse de la rubia.— Tienes sentido del humor, eres el único que se ríe. Sí, sí. Oh, mi cariño, qué será de ti. —Confesó antes de ponerse en pie, para dar un salto que la aterrizaría con gracia en el suelo. Y advirtiendo que estaba por retirarse, volteó a ver al peliverde una vez más.— ¡LE DI GAS DE LA RISA A LA SIRENITA! ES DECIR: A AQUAMAN. ¡Desde algún rincón del mundo les está ordenando a estos bebés que rían para ti! —Exclamó con sarcasmo, rodando los ojos y de paso le mostró la lengua, sabiendo que lo dejaría confundido por unos instantes. Después de todo, supo que se había ganado un buen castigo desde que casi lo llamó imbécil en frente del chiquillo. Pero ella también tenía otro as bajo la manga.
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—Sintió su corazón romperse con sus palabras, a veces prefería cuando la trataba como perro. Le tembló el labio inferior y sintió su nariz humedecerse al mismo tiempo que sus grandes ojos celestes. Repasó la parte baja de su nariz con el dorso enguantado y se hincó a un lado del joven Robin, a quien le repasó la mejilla con el pulgar, con ternura, casi maternal. Entonces se agachó mientras este temblaba entre el temor de lo impredecible que era la pareja de lunáticos, y la propuesta de asesinarlo.— Siempre has sido mi Robin favorito. —Le confesó, antes de obsequiarle una lamida en su oscuro cabellito.— El primero demasiado bonito y perfecto, tiene unas nalgas que humillan a cualquiera. El segundo era un malcriado de mierda, se merecía esos bastonazos.

(...)
TJ1583738 · 41-45, M
—Solo la mira con un súbito semblante de calma, riendose mientras la ve alejarse y de súbito dejar tuerto al camarógrafo.
— ¡Creo que le has facilitado enfocar mejor!
—Se pasa la mano por la barbilla y mira al muchacho maravilla.
— No no, no lo mates al mocoso, de ahí le voy a tener que decir a su papá que tuvo que morir porque tengo problemas de pareja y luego Bats va a comenzar a preguntar que cómo me siento contigo y como estamos y tú sabes que el anda de interrogatorio en interrogatorio. No no.
—Niega con la cabeza y respira profundo, para ponerse un poco cavizbajo.
— Creo que el chiste ya se arruinó. En fin.
—Sonríe de nuevo.
— ¿Cómo le hiciste para que sonrían? Estoy esperando.
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¡LO IBA A HACER PERO NO! —Espetó para justificarse, soltando al menor cuando el tirón en su rubia melena la obliga a arquear la espalda y a echar la cabeza hacia atrás.— ¡ESTABA PRÁCTICAMENTE INCONSCIENTE! —Volvió a justificarse.— ¡LLEVABA UNA HORA DE CABEZA! —Agregó, alejándose de una pirueta ni bien la soltó.— ¿Te afecta que este niño presencie una de nuestras peleas maritales? ¡PUES LO MATO AQUÍ MISMO! ¡Sin testigos! —Declaró cuando, cual dardo, apuntó con la cuchilla hacia el camarógrafo para arrojársela, dando de lleno en su ojo libre. A continuación un alarido de dolor inundó el almacén, pero la cámara seguía grabando. Y debajo de ella, los tiburones ya removían los cristales vueltos locos con la sangre que cayó el agua, pues tan desquiciados como su cabeza, chocaban contra cualquier superficie. Ya sabe lo que está pensando el Guasón, y esa noche no tenía pensado ser castigada.
TJ1583738 · 41-45, M
Hay un orden para todo, pequeña Harley. — Susurra al acercarse con cuidado, lentamente a la Arlequina, para luego mirar al resto de la inexistente audiencia y le lleva una mano a su cintura. —Me dijiste pedazo de imbécil...y lo sé, lo soy, a veces creo que me paso de la…NO ME TRATES ASÍ MOCOSA. —Le tira del cabello tras ella pegarle un tajo al joven Robin. — Mira como /tú/ me haces quedar mal ante el despojo del Murciélago! — La suelta y se sigue moviendo alrededor del estanque. — Espero que sonrían entonces, vamos… — Su atención claramente pasaba ya de Harley a la presa. No parecía importarle un bledo que hubieran atrapado a Robin, y que estuviera sangrando sobre el tanque. Toma el bastón y lo retuerce entre sus dedos, señal clara que ya estaba pensando en cuán duro iba a castigar a su Harley más tarde.—
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Eso será fácil, cariño, ¿me permites? —Preguntó entre dientes, tirando del hombro de Robin, a quien luego tomó por las mechas, acercando su cabeza al borde del estanque. Extrajo una cuchilla de alguna parte de su traje y, presionó contra su mejilla cuando este aún forcejeaba débil.— ¡Compórtate! Mehacesquedarmal. —Ordenó, amenazándolo con su pequeña arma, aún sin presionar con el filo cuando gritó—: ¡LUCES! ¡CÁMARA! —Había más de un secuaz en turno que escucharía a la señora de la casa.— Debe haber evidencia, ¡Batsy tiene que ver esto! Apuesto a que jamás había visto a un tiburón sonreír... ¡ACCIÓN! —Miró primero al Guasón y luego al camarógrafo que corría para adquirir la mejor toma, cuando la rubia abrió un tajo en la carita del menor, derramando un chorrillo de sangre en el agua, cosa que enloquecería a sus nuevas mascotas.— ¿QUÉ TAL AHORA, BATHOLE? ¡HA HA HA HAAA!
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—En cuanto le vio seguirla por la escalera que rodeaba el tanque, cual presentadora de un Late Show, le dedicó numerosos ademanes de bienvenida a la estrella de la noche (al Guasón, por supuesto, no al mocoso). Su ilusión se mantenía en su accesibilidad por darle un anillo, no perdía la esperanza. Escuchó al chiquillo reaccionar con los golpes; normal que estuviera débil por toda la presión sanguínea en su cabeza. Luego pegó otro salto al escuchar el tono furioso de su amado.— ¡Y YO TE PROMETÍ QUE SONREÍAN, PEDAZO DE IMBÉC... DE BOMBONES Y PASTELES! — Al darse cuenta de que ya estaba al borde del desquicio (pues no quería ganarse otra paliza esa noche), trató de recobrar el semblante, con una sonrisa deforme que mostraba toda su dentadura.

(...)
TJ1583738 · 41-45, M
Con el bastón le da un golpecillo a la espalda a su Arlequina para avanzar un poco y mirar al Robin de turno. Eleva el bastón para comenzar a golpearlo y luego lo baja al mirar a los tiburones, a todo el “escenario”. La alegría deja sus ojos, y parte de su rostro. —Eh, Harley, cariño…los tiburones.— Sus ojos muestran un súbito despliegue de furia mientras sonríe y mantiene el tono de falsa dulzura. —¿Te dije que sonrieran, no? No me vas a decir que simplemente lo has colgado boca abajo para que “en su perspectiva estén sonriendo” PORQUE ASÍ NO FUNCIONA, NO TIENES LA BOCA SOBRE TUS OJOS. Tal vez me podría haber comido ese cuento hace años PERO AHORA NO.— Para este momento su rostro está frente al de Harley, sin al parecer importarle ya que Robin esté a su merced.
TJ1583738 · 41-45, M
—Escucha esa respiración ahogada y rueda los ojos.— No hagas drama, niña. —Al notarla fruncir el ceño no puede evitar dejar escapar una carcajada, ladeando la cabeza un poco para reírse.— Esta Harley si que ruge, habrá que ajustarle el tornillo un poco con la llave de tuercas después. —Se rió mientras la miraba andar sobre sus manos, para acelerar el paso y golpear con el bastón el suelo instantes antes donde ellas pasaban, como para acelerar su paso un poco. —Bueno, bueno. ¡Más te vale que sea una buena sorpresa! ¡Y cuidado con el maquillaje!— Carcajea ante esto último. —No te preocupes, ya mediremos tu anillo después de esto, si te portaste bien.— Luego su vista se eleva para notar al Niño Maravilla colgando. Su risa se hace más fuerte y se lleva las manos hacia atrás. —¡Más vale tener gorrión en mano que cien volando! —
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¿¡LISTO, PASTELITO?! —Inquirió, pensando que con lo que estaba por revelar, ahora sí que darían el siguiente paso.— ¿Ya te comenté que mi número de anillo es el siete? —Preguntó entre tontas risillas, mostrando su mano izquierda a la nada. haciendo énfasis en su dedo corazón, hasta que simplemente arrancó la máscara que revelaría la identidad de su carnada, quien era nada más y nada menos que el pequeño Robin en turno, que ya tenía la cara morada e hinchada debajo de una mordaza de franela.— Oopsie-Daisy!... ¡TA-DÁÁÁÁÁ! —Sólo faltaron fuegos artificiales, luces y risas pregrabadas cuando giró hacia su público imaginario con ambos brazos estirados.

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