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M1576007 · 26-30, F
encarga de rodear su cuello con cariño, y finalmente recostando la espalda contra la cama a la par que lo hace con ella.
M1576007 · 26-30, F
—Lo mínimo que quiero es que no te vomites en la alfombra —emite una ligera carcajada durante la cuidadosa caminata que pronto las llevó a atravesar la puerta. El umbral se ve oscuro desde fuera, pero pronto sus ojos comienzan a adecuarse a la oscuridad de la habitación, ayudándose en parte por su memoria al recordar en dónde está cada objeto. El borde inferior de la cama pronto toca las piernas de ambas, era el momento de comenzar a girar poco a poco a Teresa.
—Está bien, está bien —sienta a Teresa en la cama a medida que ella hace lo mismo, procurándola a su lado. No sabía la cantidad de alcohol que había ingerido, por lo que cualquier indicio de mareo iba a ser suficiente para alarmarla. Sin embargo, y aún cuando parece increíble, Maverick se enternece por los deseos de Teresa y provoca una sonrisa leve en sus labios. Era extraño, sí, pero se trataba de la muestra de afecto más sincera que puede expresar —Te cuidaré siempre, siempre... —susurra a medida que su brazo se [...]
—Está bien, está bien —sienta a Teresa en la cama a medida que ella hace lo mismo, procurándola a su lado. No sabía la cantidad de alcohol que había ingerido, por lo que cualquier indicio de mareo iba a ser suficiente para alarmarla. Sin embargo, y aún cuando parece increíble, Maverick se enternece por los deseos de Teresa y provoca una sonrisa leve en sus labios. Era extraño, sí, pero se trataba de la muestra de afecto más sincera que puede expresar —Te cuidaré siempre, siempre... —susurra a medida que su brazo se [...]
T1581466 · 26-30, F
— ¿Quieres que me vaya a descansar? — se regocijó entre su brazos, era al lugar donde pertenecía y ningún otro. Alzó una ceja, intentando verle de lado. Porque ebria ya estaba y lo coqueta no se le iba a quitar, al menos no pronto.
— Entonces te quedas conmigo, empiernadita. — Le dedicó una sonrisa de medio lado mientras se dejaba guiar hasta la habitación, no es que no pudiera caminar sola, pero le gustaba mucho la idea de que fuera ella quien la llevara a dormir. Así le era más cómoda la idea, como si todo hubiera salido bien después de la discusión. — Te quiero mucho, Mav. Cuídame siempre.
— Entonces te quedas conmigo, empiernadita. — Le dedicó una sonrisa de medio lado mientras se dejaba guiar hasta la habitación, no es que no pudiera caminar sola, pero le gustaba mucho la idea de que fuera ella quien la llevara a dormir. Así le era más cómoda la idea, como si todo hubiera salido bien después de la discusión. — Te quiero mucho, Mav. Cuídame siempre.
M1576007 · 26-30, F
—Teresa, por favor —sus manos buscaron las impropias, haciéndose con ellas al sujetarlas. Sus dedos se deslizan poco a poco hasta que rodearon las muñecas a como de lugar, y luego fue deshaciendo el abrazo con un poco de trabajo, aunque a regaladientes —, estás tomada. ¿Por qué no vas a descansar un rato? —insistente, se llevó el brazo izquierdo de Teresa por encima de ambos hombros, buscando su cercanía para que pueda terminar apoyándose contra su costado.
—Ven, vamos —insistió de nuevo, aunque esta vez con la intención de quedarse, no de partir como ya lo tenía planeado.
—Ven, vamos —insistió de nuevo, aunque esta vez con la intención de quedarse, no de partir como ya lo tenía planeado.
T1581466 · 26-30, F
Maverick parecía tener más problemas para aceptar lo que sentía que ella. Teresa llevaba ese calor en las venas, ser mexicana era casi un sinónimo de que si o si iba a decir lo que pensaba, lo que sentía. Las complicaciones se las dejaba a su yo del futuro. Desde atrás se acercó a Mav, ya de una manera menos agresiva, abrazándose a su cuerpo desde el área.
—Quieta, no te vayas... — le dejó un beso sobre uno de los hombros, su idea era solo ayudar a que se calmara de todos esos conflictos internos. Trató de calmarse también, aún con todas esas margaritas encima que podrían nublar su visión, pero no era el caso, ahora estaba concentrada en proteger a Mav.
—Quieta, no te vayas... — le dejó un beso sobre uno de los hombros, su idea era solo ayudar a que se calmara de todos esos conflictos internos. Trató de calmarse también, aún con todas esas margaritas encima que podrían nublar su visión, pero no era el caso, ahora estaba concentrada en proteger a Mav.
M1576007 · 26-30, F
¿Permitirle irse? Lo deseab, pero otra parte de ella quería una señal. Algo más que pueda abrirle los ojos y confiar en el juicio de Teresa. Sus pasos cesaron en ese instante, buscando protegerse a sí misma como es de esperar, pero también proteger los sentimientos de su compañera —No puedo permitir que algo nos suceda, pero también tengo que decirte que lo que siento siempre fue y ha sido genuino, correspondido —quería dignarse a observarla, pero su cuerpo no parece responder a las demandas de Maverick, que por alguna razón se mantiene estática, a medio camino de la puerta.
Ya no era la aparición de Cal, ya no eran problemas que envuelven a Charles. El corazón —si es que tiene uno como tal— parece poder más que la razón, y eso la jode tanto que termina ofuscándola visiblemente —Joder ¡Joder! —emitió al cerrar sus ojos y enpuñar sus manos.
Ya no era la aparición de Cal, ya no eran problemas que envuelven a Charles. El corazón —si es que tiene uno como tal— parece poder más que la razón, y eso la jode tanto que termina ofuscándola visiblemente —Joder ¡Joder! —emitió al cerrar sus ojos y enpuñar sus manos.
T1581466 · 26-30, F
— ¿De verdad quieres que te deje ir? ¿De verdad? Piénsalo, Maverick. Deja de jugar con mis sentimientos porque un día me voy a cansar y no me vas a ver más que para trabajar. — estaba decidida pues, porque Maverick la orillaba a tales palabras por el mero trato que estaba dándole. Le pedía que la dejara ir.
— Es la última vez que pregunto. — fue dejando el agarre de sus dedos, si ella quería quedarse lo haría sin que Teresa la tuviera del brazo. Empezaba a punzarle la cabeza.
— Es la última vez que pregunto. — fue dejando el agarre de sus dedos, si ella quería quedarse lo haría sin que Teresa la tuviera del brazo. Empezaba a punzarle la cabeza.
M1576007 · 26-30, F
Estuvo a punto de irse finalmente de ahí hasta que fue tomada de una manera tan inesperada ¡Vaya que esa mujer era testaruda! Se giró, o al menos sólo su rostro fue el que buscaba el opuesto, pero fue en vano al no lograr contemplarla desde su posición —¿Y no es así? —refiriéndose directamente al no poder verse juntas— ¿Acaso no fue precisamente por eso que aceptamos trabajar juntas en esto? —severa, pero poco a poco iba ablandando ese semblante de pocos amigos que tenía. Sus hombros bajan la guardia, y sus manos dejan de mantenerse empuñadas; era como si hubiese estado lista para repartir golpes a diestra y siniestra, pasando ahora a retomar el aire ante la ansiedad que le provoca.
—Tu libertad lo es todo, yo no soy nadie para quitarte algo que ya es parte de ti, que disfrutas —era como si su cabeza quisiera darle la razón a Teresa, pero sus palabras decían todo lo contrario a lo que quería—. Por favor, déjame ir —palabras fuertes y ambiguas ¿Qué quería decir? —Déjame ir, Teresa.
—Tu libertad lo es todo, yo no soy nadie para quitarte algo que ya es parte de ti, que disfrutas —era como si su cabeza quisiera darle la razón a Teresa, pero sus palabras decían todo lo contrario a lo que quería—. Por favor, déjame ir —palabras fuertes y ambiguas ¿Qué quería decir? —Déjame ir, Teresa.
T1581466 · 26-30, F
(...) — Mierda, Mav. No me tienes ni tres pesos de confianza ¿Saltar de cama en cama? Sí. ¿Qué quieres que haga si tú ideal para tratarme es a besos una noche y en la mañana te vas a tu cama? ¿Qué debería pensar si cuando te invito a salir me dices que no, que no deben vernos juntas? Ajá, quizá salga con un par de personas, pero podría cambiar. Mi libertad es nada si te tengo a ti. —salio pues, cómo vómito verbal.
T1581466 · 26-30, F
Por más sorprendente que llegase a parecer se quedó callada mientras Maverick parecía desfogar todo su odio, todo ese enojo que se la estaba comiendo por dentro. ¿Por qué mierda asumía que no podía cambiar? Su felicidad tenía un precio, esa libertad tan preciada. Pero tampoco era capaz de detenerla, ni por esos piquetes en el hombro, ni por nada, la iba a dejar soltar todo.
Una vez que la vio alejarse la siguió, la tomó desde atrás por uno de sus brazos. — No señorita, me tragué todo su discurso, no se va a largar ahora así de fácil, me vas a escuchar.
Necesitaba también soltar lo que tenía bien adentro. Así que medio agarrándola se adelantó, los martini servían mucho para todo el valor que traía. (...)
Una vez que la vio alejarse la siguió, la tomó desde atrás por uno de sus brazos. — No señorita, me tragué todo su discurso, no se va a largar ahora así de fácil, me vas a escuchar.
Necesitaba también soltar lo que tenía bien adentro. Así que medio agarrándola se adelantó, los martini servían mucho para todo el valor que traía. (...)
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