dejaba opción. Cuando no recibió respuesta a su petición, soltó el badajo y un repiqueteo suave y bajo se escuchó. La sacudió tres veces y seis veces resonó su sonido, como un cascabel. Ranna era la campana del sueño, regalada a los mellizos por el mismo Hypnos, dos vidas pasadas atrás. Era la más pequeña de todas las campanas y la más sencilla. Su construcción metálica, adornada por líneas que formaban los sueños más comunes, adornaban su superficie. Y su sonido, el más melódico de todos, hacía dormir a cualquier criatura que no perteneciese al mundo terrenal, a veces a ella incluida.