Usagi era una niña que no se dejaba guiar por las apariencias, sin mencionar que le provocaba un poco de tristeza saber que un templo se encontraba deshabitado, se imaginaba que los dioses de aquel santuario debían sentirse muy solos, un foquito apareció sobre su cabeza en señal de lo que para ella era una grandiosa idea, dejando sus cosas en casa llevo consigo una cubeta de un tono rosa pastel decorado con conejitos, un cepillo, jabón y esponjas, al terminar de cargar todos aquellos utensilios de limpieza se dirigió hacia aquel templo deshabitado, no sin antes comprar unas cuantas veladoras y panes al vapor para hacer una pequeña ofrenda.

- Probablemente si dejo una pequeña ofrenda los grandes Dioses me ayuden a aprobar el examen de mañana y a encontrar la tierra de los dulces (?) -