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-Vaya bulliciosa taberna había encontrado en ese día. Estaba tan llena que ni siquiera había cubiertos suficientes para los clientes, así que no tuvo más remedio que comer con las manos. Su platillo de hoy era un conejo asado, sazonado tan correctamente que comprendió por qué estaba lleno. Ni siquiera se lavó las manos, usó los dedos sucios y mugrientos para arrancar pedacitos de carne, la desmoronó y envió bocados pacientes a su boca. Cuando fue por otra porción, tuvo oportunidad de mirar el pésimo estado de sus uñas, cuyas finas puntas en forma de avellana había masticado apenas había...
 
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Soren · 100+, M
Sus obras fueron previstas, no cabía duda que era ella. Recordaba como exageraba en poderes, los usaba mal, y de por sí, aunque sintiese el cálculo mayor, el matarreyes es lo menos esperado. Impredecible, como su hoja, quién de un simple rasgo al cuello de la mujer, detuvo sus pasos, pues estaba a roce de la yugular. A él le bastó con estar a dos metros de distancia aún, el mandoble alcanzaba sin molestia alguna, claro, suspendido sin degollar su cabeza aún.— ¿Me buscabas? ¿Ah? —Usó entonces la punta sobresaliente de su mandoble contra el mentón, provocando su somnoliente mirada, para que observase, observase un rostro lleno de lujuria, de seguridad, de poco temor, el rostro del más apetecible sazón de la oscuridad, porque eso era él, un espadachín oscuro.
 
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