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-Vaya bulliciosa taberna había encontrado en ese día. Estaba tan llena que ni siquiera había cubiertos suficientes para los clientes, así que no tuvo más remedio que comer con las manos. Su platillo de hoy era un conejo asado, sazonado tan correctamente que comprendió por qué estaba lleno. Ni siquiera se lavó las manos, usó los dedos sucios y mugrientos para arrancar pedacitos de carne, la desmoronó y envió bocados pacientes a su boca. Cuando fue por otra porción, tuvo oportunidad de mirar el pésimo estado de sus uñas, cuyas finas puntas en forma de avellana había masticado apenas había...
 
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SylphideQ · 31-35, F
Podría sonar extraño que en ese instante, entre los cadáveres, la sangre y los gritos, a alguien se le antojara un polvo. Pero no lo era, jamás sería inusual.
La taberna era un lugar de paso para cientos de viajeros, un punto de encuentro donde podría aparecer cualquier enfermo, y ella bien era un ejemplo. Bueno, ahora se había topado con cuatro imbéciles más que ahora se miraban entre ellos decidiendo quién tomaría el primer turno. La rubia dejó de luchar cuando un par de manos impacientes le desabrochaban el pantalón con apuro, oh, con que sólo querían eso de ella, aún no iban a matarla. Reacomodó los pies para quitarse una bota y un coro de carcajadas estalló mientras los trabajadores de la taberna arrastraban los cuerpos hacia el exterior. Sólo necesitaba tocar la piedra, entrar en contacto con la tierra...
La frialdad la recorrió con una agradable sensación eléctrica, y cerró sus ojos. Los músculos de su cuerpo uno a uno se fueron conectando a una ramificación que existía...
 
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