— Muy bien pues que bueno que nos conozcamos, ciertamente no eres parte del reino de Dios y eso me podría tener problemas, pero podemos llevarnos... Al final me han mandado a desatar peligros y si tu estas a mi lado, no tendré que sacar a la lujuria, de eso podrías encargarte tu.
‡ Aun hablaba con mi boca la pereza, aunque la soberbia se moría de ganas por salir.