— Es una sorpresa.

No puede evitar sonreír al ver a su amada tan bonita; tan excelsa y tan radiante que sin duda resalta la belleza de aquel país del sol naciente.

— Debo admitir que te vez hermosa, en verdad.

Ya estando ambos arreglados y listos para marcharse, a un lugar que aparté de una cena, una presentación también es una invitación a una misión en tierras niponas.

— Que comes que adivinas siempre.

--Tardo un poquito, claro que sí, lo típico de una mujer que deseaba verse bien; pero eligió un vestido negro con detalles sencillos de pedrería, demostrando que lo que en verdad hacia lucir a el vestido era ella, su figura y sus atributos. A pesar del accidente del pasado Anju ya había sanado, no había ni una sola marca o herida.

Sin dudarlo se acercó a él al percibir su loción, incluso abrazándolo por la cintura y dándole un besito en el mentón mientras él acomodaba sus mancuernas-


Te ves tan guapo y galante. Aunque aún no me has dicho a dónde iremos. ¿Acaso una presentación del ballet de Bolshoi? ¿O acaso es algún tipo de misión?

-Anju había pasado el punto del miedo y el morbo, era cómplice en cierta manera, era quien apuntaba dónde estaban los monstruos en Japón para ser aniquilados con una pesadilla peor. Su amado Sascha-

— Te espero el tiempo que necesites.

Estando catrín, se pone su mejor loción, se arregla el traje pues tienen una noche especial para ir al mejor restaurante de la ciudad.

— Toma tu tiempo, que vean que llevo una belleza envidiable a mi lado.

--ella informal echada en la cama, él de blanco y negro. Obviamente captó la indirecta de salir a algún lado. --

¡Ya vuelvo!

-exclama casi en grito y corre al clóset mientras con una mano busca un vestido, con la otra se saca la blusa y el short--