-Aquello último sí lo había escuchado muy claramente, quizá había sido debido a la cercanía, o la voz triste de Máximo lo había sacado de su mal estado. Se paró en seco, aún sin mirar al almirante. Reunió el valor y se dió la vuelta encontrándose con aquella triste escena, que lo sacó completamente de su estado. Levantó su diestra, para tratar de tocarlo o llamar su atención. Pero su mano se quedó a medio camino, temblando, con esa mano era que había cometido aquella falta. La retiró sin más, pero intentó otra táctica.-
¿M-Max...? ¿Que sucede...?
-Hablar le dolía mucho. En cuanto despegó sus labios, una lastimosa voz ronca salió de él. Había estado toda la tarde encerrado, solo, ahogando sus penas, eso explicaba el estado de su voz.-
-Se quedó en silencio total cuando el otro le pasó por alado. Sabía que la había cagado, otra vez y era inevitable para el pelirrojo no ponerse mal al respecto. De a poco se dio la vuelta para buscarlo con la mirada, cuya manifestaba tanto arrepentimiento como tristeza, antes de emprender su caminata detrás suyo. Deseaba detenerle pero sus manos estaban temblando de la inseguridad. No sabía si el mayor estaba molesto con él por su reacción o si le pasaba otra cosa, así que solo se limitó en seguirle unos momentos en silencio.-
Siempre la arruino, lamento haber cagado todo. Ya no te molestaré más.
-Mencionó sus palabras entrecortadas y con un nudo en su garganta y pecho, a medida que su paso se fue alentando hasta completamente detenerse, mientras sus manitos se posicionaron a la altura de su pecho para sujetar sus ropajes con desespero y bastante adolorido. Pronto su cuerpo se curvó hacia delante y sin previo aviso pequeñas gotas fueron cayendo de sus párpados.-
-No estaba en sus planes cruzarse con él tan rápido, mucho menos en un lugar tan concurrido. No bajó el ritmo de su caminata cuando lo divisó a lo lejos, mucho menos cuando él se iba acercando. Su mirada se clavó al frente, totalmente esquiva a la mirada de Máximo. Su mirada de rechazo, de molestia, de odio, aún estaba muy marcada en la mente de Mitsutada. No podía mirar a Máximo nuevamente y volver a ver eso, moriría de tristeza.-
-Aún así, su implacable expresión sin vida se quedó plasmada en su cara. Pero por dentro solo quería salir corriendo de aquel lugar.-
-Su corazón se quebró cuando escuchó al pequeño almirante. Quería verlo, pero no podía, su miedo aún era muy grande. No se giró a verlo cuando pasó frente a él, si no que siguió caminando como si fuera un fantasma. Tampoco podía encontrar ningún significado a lo que le decía, no estaba en sus cabales.-
Daddy. . . Lamento lo que pasó en la mañana. Hay muchas cosas que no sabes de mi y una de ellas es que. . . Soy un Folkeano, nosotros nacemos de las flores, prácticamente soy una flor y lo que hiciste me. . .
-No expuso más al respecto, solo desvió la mirada arrepentido de sus actos mientras sus manitas se entrelazaron entre si a la altura de sus caderas, nervioso y movimiendo sus pulgares.-
