La pregunta es por su estado... o quieres verla mas de cerca?- Con el tiempo aprendio a conocer a la duquesa, aunque sea relativamente poco, es claro que no preguntaba por el arma nada mas para saber que tal estaba.

Fue una pregunta inesperada, de modo que por unos instantes el azabache se quedo en silencio; las razones por las cuales habia conseguido el arma, y mas aun, conocido la existencia de Sora no era algo que tener en cuenta la verdad, ecos de un pasado que ya no importaba.

Pero, no negaba que esa espada era un logro, un trofeo conseguido de sus manos, hasta ahora habia logrado matar demonios, maldiciones y Yokais, pero, acabar con un Serafin no es algo que cualquiera pudiese lograr, mucho menos un humano. Es con esto que una ligera risa de sus labios emergio, llevandolo incluso a negar con la cabeza

-Las noticias viajan rapido. Eh?- Le respondio con gracia, a la par que, elevando la diestra hasta su espalda el arma fue invocada, estaba envuelta en rotos vendajes, una funda hecha a mano luego de arrancarsela al asesinado Sora y luego al demonio que se la habia robado, la sostuvo del mango con firmeza, pero la expuso para ella -Supongo que no eres ajena al arma. ...

"Los diablos son orgullosos."

Deva soltó una risa y negó con la cabeza. La fama que los demonios se habían hecho con los de arriba era una total farsa y casi ofensiva para la realidad. Los demonios no eran orgullosos en cuanto a derramar sangre o en sus esfuerzos por recuperar lo que creían suyo por derecho; en el infierno tener "honor" y poner el orgullo sobre la mesa sólo significaba una pérdida de tiempo si esto no aceleraba cualquier victoria.

—Hay otra cosa de la que quería hablarte —dejó en pausa la aclaración que pensaba darle al recordar la información que había recibido unls días atrás—. ¿Es cierto que te apropiaste del arma de Sora? Puedo sentir su presencia aquí desde que llegaste... Él fue mi huésped en el infierno, aunque algunos dirían que más bien parecía un prisionero.

Se encogió de hombros, pero el recuerdo hizo que se le escapara una sonrisita maliciosa. La vez que revivió a ese serafín había sido la última ocasión en la que se sintió tan viva y fuerte... Ext

Una risa salio de sus labios, ahi estaba de nuevo, la firme Chordeva que ya conocia, aunque no mostraba disgusto por su fragilidad, tampoco podria dejar de preocuparle lo que ella le causaba estar de este modo, que suerte que estaba presente ciertamente. Con esto, asintio dos veces y asi se centro en su comando. -Tan cerca estara de atacarnos? No lo creo, los diablos son orgullosos, y estoy seguro que este no es la exepcion... aunque por otro lado, quizas nos sea de beneficio.-

—Por supuesto —se enjugó las lágrimas con el dorso de sus manos y soltó un suspiro profundo que poseía tintes de una melancolía profunda. Se preguntó de pronto cuándo había sido la última vez que su mirada se tornó borrosa merced a las lágrimas... Ni siquiera podía recordarlo. Tal vez fue tras la partida de su gemelo; una punzada le asoló el pecho. Mejor no rememorar eso—. Será mejor que vuelvas a tu puesto. Lucifer me ha declarado la guerra y debemos estar pendientes de su avance. Quién sabe cuándo ni cómo se dignará a venir.

En cierta forma, podia empatizar con su situacion; desde The Order, desde la caida de Eden, su hogar, habia aprendido a suprimir sus propias emociones, en un afan egoista de simplemente no volver a permitir su derrota ante nadie, sabe lo que es contener el dolor, pero, muy hipocritamente es algo que no permite que otros hagan.

-Finalmente estas mejor. Duquesa?- Lo dijo con un tono bromista como ya le era costumbre, como si lo que hubiese pasado antes no cambiara su vision sobre ella. De ahi, fue soltandole poco a poco para poder darle su espacio.

No dijo nada, guardó silencio y aferró sus dedos a la tela que cubría la espalda de Soujiro. Tenía problemas en recibir confort y cariño porque este se había perdido en su vida con el pasar de los eones, y no es que le hubiese hecho falta, ella era una duquesa infernal y no una simple mortal llorona... Pero, tal vez, había probado ya la dulzura de lo incondicional y lo genuino, acostumbrándose así a ello.

—Puedes soltarme, guardián —ordenó, aflojando tras unos minutos su agarre y refrenando las lágrimas en sus ojos. Mejor recuperar la compostura; nadie podía verla así.

-Eso digo yo; quien sabe por cuanto tiempo te hicieron aguantar esto.- Para el azabache, mas que algo de lo que burlarse, le resultaba en ciertamente en algo que pensar. Cuanto tiempo ella habia estado resistiendo sus propias emociones? Lo desconoce, pero, llegado a este punto, preferia que las soltara.

Puso la diestra en la nuca, los dedos presionaron un poco mediante se deslizaban entre los cabellos albinos y asi, entrecerro sus parpados. -No es algo que debas agradecer, pero, asumo que esta debe ser la primera vez en mucho tiempo. No es asi?-

—Qué indignación —no sabía si lloraba de tristeza o de rabia pues le era demasiado vergonzoso mostras sus sentimientos. Ella, la soberana de un círculo infernal, debía mantenerse estoica y firme a cada momento; ¿por qué entonces las lagrimas brotaban sin parar?— Esto... Gracias.