—En realidad yo no... —negaba con la cabeza mientras renegaba de la situación. Ni siquiera sabía cómo es que había terminado ahí; básicamente firmó una hoja que su padre le había dado y acudió a donde él le había dicho que estaría. No bien apareció los soldados le dieron ropa, la condujeron dentro y le dieron la bienvenida tan rápidamente que no le dio tiempo de decir nada. Ahora que al fin podía hablar se le ocurrió pedirle ayuda a la primera persona que vio; no podía haberse inscrito para un entrenamiento... ¡Ella ni siquiera era buena en deportes!— Mi padre, él... —de pronto una idea invadió su cabeza como la luz de una bombilla prendida. No, no había llegado tan lejos, ¿o sí?— ¿Dan algún tipo de compensación monetaria a la familia porque te enlistes...?