—¡Ah! Ese maldito árbol debe estarme cobrando por usar uno de sus brazos—

Le siguió el juego, era gracioso en gran medida, más aún por el como ella misma lo había planteado. El viento se había afirmado más, unas cuantas hojas cayeron de más puesto que ya la tarde estaba tomando su lugar. Volvió su mirada en dirección de donde este venía, sus cabellos se movieron ligeramente así como parte de las telas de su prenda que caían desde la zona inferior de la misma cual si fuese gabardina. No miente, le gustaba la sensación en su cara pero, la invitación fue algo que lo hizo voltear

—¿Hm? No es mala idea, creo que tanto esfuerzo por bajar me ha dado hambre —

Dejaría salir una risa leve , aunque mentira eso no era, después de todo tal y como era su habilidad, el azabache sufría de la maldición de poseer un estómago incansable