—No no—

Agregaría a su última expresión, con las manos guardadas en los bolsillos avanzaría detrás de ella, le quiso dar el espacio para que pudiese a sus anchas recorrer hasta la mesa

—Más bien Gracias a ti-

Generalmente el no ponía demasía atención a los detalles como la decoración pero, la expresion que Siri podía darle era sin duda alguna agradable, diferente en gran medida a como la vio en un inicio, podía jurar que estaba emocionada. Quizás no la conocía de antes, pero sin duda alguna era un momento demasiado agradable

Colores claros se mostraron ante sus ojos, tonalidades incluso pasteles. Eran pocas las personas que disfrutaban de una comida ahí, pero se notaban animadas y muy centradas en cada bocado que daban. Además, ¡el olor! La fémina sólo necesitó respirar con normalidad para percibir el exquisito aroma dulce y salado mezclado en el aire; una calidez la envolvió merced al fuego que utilizaban al cocinar y cuando el dependiente les asignó una mesita al fondo del lugar, cerca de una fuente de agua cristalina, Siri se apresuró a sentarse, confiando en que Soujiro vendría detrás.

—Este es el mejor día —anunció, sonriendo mientras le daba otro vistazo al lugar—. No quiero que acabe nunca. Gracias por venir conmigo pese a no conocerme de nada... Es... amable de tu parte.

La caminata resultó corta, pero bonita. Siri se deleitó de nuevo con todas las decoraciones que había visto en su camino al parque. Eran tantas, de tamaños y colores distintos, que se propuso tomarle una foto a todo lo que pudiera antes de regresar al hospital para mostrárselas a Dimitri y contarle con lujo de detalle lo que experimentó, excluyendo a Soujiro, tal vez... Él sería una memoria sólo para ella.

—Sí, es aquí —el lugar era pequeño y pintoresco, hecho enteramente de madera oscura y con puertas corredizas que se abrieron apenas el dependiente regordete y bonachón visualizó a dos posibles clientes. Siri no perdió el tiempo y soltó a Soujiro para traspasar el umbral y conocer el interior, pero sus ojos no estaban preparados para la belleza que distinguía esa clase de comercios.

Por suerte no estaban muy lejos de la ciudad, después de todo era un parque cualquiera. Al adentrarse en el entorno urbano podría verse cierta decoración de la época, la mezcla de cultura oriental y occidental. Para suerte de los dos, el lugar indicado seguía abierto, incluso había un decoración de dragón en la entrada como parte de la temática de la época —¿Es aqui? — Dijo volviéndole la mirada

Puso su brazo firme, no parecía siquiera molestarle que ella se tomara esa facilidad para sostenerse de el, es que incluso le dio el suficiente espacio para que pudiese sostenerse bien sin problema alguno

—Saladas no suenan nada mal, aunque la verdad por la hora diría yo que lo dulce es más adecuado

Así fueron abandonando el lugar, quizás el azabache no consideraba un fiel creyente del destino, pero, detrás de ellos las hojas que caían dejaron un par de estas separadas, una más oscura que la otra, juntas desde las puntas como emulando el que estuviesen sosteniéndose del brazo… quizás una señal de la cual el no era vidente

Después de todo, Soujiro era su primer encuentro casual, tal vez marcado por el destino... Las ideas cursis eran parte de su naturaleza soñadora y creativa, no podía evitar pensar que tal vez aquello era predestinado. Como cuando pides a una estrella el deseo de encontrar a alguien que te ayude a no sentirte sola y este se cumple, superando tus expectativas.

Siri se había decidido, no se iría de ahí sin haber hecho de él un amigo. Posiblemente el único que tendría en mucho tiempo.

Su hermano estaría reprendiendola si pudiera verla en ese momento: "Sirianna, te he dicho que no debes hablar con extraños. Eres demasiado noble, podrían hacerte daño". Un escalofrío le recorrió la espalda a la fémina y tuvo que voltear discretamente para asegurarse de que sus ideas no eran un eco de la presencia real de Dimitri; por suerte no se le veía en los alrededores, y aunque Siri no le restaba razón a su advertencia y era muy consciente de esta, ella realmente no percibía maldad alguna en Soujiro. Segura de su juicio fue que lo tomó del antebrazo con cierta vergüenza y empezó a avanzar buscando que la siguiera.

—Vi crepas en el menú. No suelo comer cosas dulces así que quedé encantada con la idea de un poco de mermelada, pero también hay saladas si no te gusta lo empalagoso —afianzó un poco su mano en la zona que sostenía y prestó especial atención, pues deseaba descifrar todo sobre él.

Es entonces que se volvió, dando unos pasos hasta lado a lado quedar en su posición, mostraba aún esa confianza para luego de esto replicarle

—Vamos, antes de que el árbol de enoje más—

—¡Ah! Ese maldito árbol debe estarme cobrando por usar uno de sus brazos—

Le siguió el juego, era gracioso en gran medida, más aún por el como ella misma lo había planteado. El viento se había afirmado más, unas cuantas hojas cayeron de más puesto que ya la tarde estaba tomando su lugar. Volvió su mirada en dirección de donde este venía, sus cabellos se movieron ligeramente así como parte de las telas de su prenda que caían desde la zona inferior de la misma cual si fuese gabardina. No miente, le gustaba la sensación en su cara pero, la invitación fue algo que lo hizo voltear

—¿Hm? No es mala idea, creo que tanto esfuerzo por bajar me ha dado hambre —

Dejaría salir una risa leve , aunque mentira eso no era, después de todo tal y como era su habilidad, el azabache sufría de la maldición de poseer un estómago incansable