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No había forma para describirlo, no la había. Cada día transcurrido en Afganistán era como un suicidio mental, muerte por-doquier, soldados caídos, hermanos de escudo siendo frenéticamente devorados ante esas arenas interminables… Era una mierda, una mierda para la postura de un militar en servicio. Los americanos llevaban ventaja en este asunto, ellos apenas y sufrían bajas, claro, las sufrían, pero no había comparación con la población civil.
 
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Soren · 100+, M
Todo esto durante dos meses, con guardias intercaladas, palabras combinadas, y el mismo puesto de francotirador, donde puntualmente se lograba alcanzar a algún talibán, destripándole ante el ruidoso calibre 50… Satchel amaba sus guardias, eran las nocturnas, rondaba por la montaña del black hawk, y cada vez que volvía, la frente sudada no era otra cosa más que su éxito fortuito. En Afganistán no se sabía ni qué época del año era, siempre era el maldito calor abrazador, o las noches heladas. Ese tipo de ambiente arenoso repugnaba, pero… ¿Eso no es lo que un soldado hace por su país? ¿Para eso se había enlistado, no? Para comer polvo, sufrir esa estrés del encierro, y finalmente, encontrarse con que una llamada sería el final del operativo.
 
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