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Langzi · 26-30, M
—Sophie... —Llamó, en voz baja, casi en un aire de pena. Pues aunque la escuchaba hablar con tanta naturalidad de su trabajo, aún existía ese disgusto por parte de él—, ¿Y a tí te gusta ese trabajo?

Alzó entonces su mirada, la que anteriormente se mostró molesta y después confusa, ahora se veía triste. Entendía bien la fidelidad que un vasallo podía tener a su señor. Después de todo él no era tan diferente al respecto. Pudo sentir un leve picor, como hormigueo en su espalda tatuada.

—Hay trabajos que pagan bien, o sientes que debes algo. Pero sí es contra de tu voluntad no está bien que los cumplas.
Sophie se quedó contemplando a Langzi con una suerte de compasión. Pensó que quizá ssber que estaba haciendo eso en su trabajo fue algo... Chocante para el despues no haber hablado tanto tiempo — Oh no no, no te preocupes —negó tanto con la cabeza como con sus manos a la altura de sus hombros — Fui muy poco cuidadosa al contar esto y sé que suena raro pero... Es parte de mi trabajo. Si supieras cuantas cosas he hecho en este trabajo de ser sirvienta —suspiró pesadamente y esbozó una pequeña mueca — Digamos que me acostumbré y lo normalicé en mi vida, ya nada me parece muy raro, me parece algo muy común esa clase de pedidos de parte de mis jefes. —
Langzi · 26-30, M
Apenas escuchó "Jefe" sus ojos se afilaron, seguido de un silencio tan anormal en Lang que de no ser por verse ahí en frente se creería que no está.
No obstante, escuchando eso último. Su mirada cambió a una de confusión, no imaginaba que ella estuviera interesada en eso, menos andar así en público.

—Ah... Perdón —Se notó raro, casi ido, bajaba las manos y le dió una sonrisa algo forzada—, yo pensaba... Bueno, sólo fue un malentendido.

Lang bajó la mirada mirando a sus zapatos. Sentía como toda su energía y ánimos se fueron por la borda en cuestión de palabras.
— Es que... Mi jefe tiene unos gustos raros y bueno —comentó despreocupada, encogiéndose de hombros como si fuera lo más normal del mundo llevar un collar cual perro.— No te preocupes Langzi, es todo bajo mi consentimiento, te lo juro —dijo la albina para calmar y no preocupar a ese pelilargo. No lo notaba muy contento con lo que le habia dicho de su trabajo. — ¿Tuviste que viajar lejos? ¿A donde fuiste? No logré ubicarte en ningún--- —se vió interrumpida por las manos ajenas que se apoderaron sus mejillas para una rápida inspección o al menos eso le pareció a ella— Langzi... Langzi, ya... No me hace nada raro, tranquilo. Solo tenemos roles, ya sabes... "Amo" y "Sumisa" —
Langzi · 26-30, M
—Sophie... ¿Qué clase de trabajo te hace ponerte un collar con cadena? —Un preocupado Langzi decía, en sus ojos se le veía la angustía.
Él no terminaba de creer en aquella historia. Algo no le inspiraba confianza. “No quiero... Pero deberé espiar por dónde vaya.” pensó mostrando seriedad en su rostro, su sentido de protección estaba al tope, se podía notar como él miraba a los alrededores en busca de algún sospechoso.

—Sí... Aún conservo las fotos. Perdona que me haya ido y no te pusiera nada. El trabajo ha sido demasiado pesado, y me tuve que ir del país.

La tomó de las mejillas, alzando un poco su rostro, giró un poco su cara en busca de algún daño que tuviera su blanquecina piel. De haberlo haría pagar al culpable.
La sirvienta de cabellos nevados se dió vuelta al instante cuando escuchó a alguien queriendo llamar su atención. Cuando lo vió abrió sus ojos grandes y sonrió— ¡Hey! ¡Langzi! -exclamó acercándose a ese conocido con el que habia salido alguna vez a pasear y tomarse fotos — No nos vemos desde ese paseo ¿Recuerdas? —preguntó ella, recordando como se habian tomado una selfie cerca de un lago. Enarqueó una ceja cuando le pregunto sobre la cadena en su cuello. De inmediato acercó una mano a su cuello para tocar ese collar con cadena y luego se encogió de hombros— Estoy bien, no te preocupes. Digamos que es... Parte del trabajo. —explicó la albina despreocupada, mirándolo a los ojos para que no dudara de su palabra. — ¿Qué hay de ti? ¿Qué estuviste haciendo? Estuviste desaparecido... —
Langzi · 26-30, M
—¡Oe, Sophie!

Llegó con una amplia sonrisa, corriendo. Tanto tiempo sin verla, y tenía mucho por contar.

—Hey, ¿Cómo has estado? No te veo desde... ¿Qué es eso? No deberías tener una cadena en el cuello... ¿Estás bien, te están haciendo algo?

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