— Atrapó en la zurda el contenedor, asintiendo a ella con una mueca aprobatoria. Lo abrió, dándole un par de tragos profundos antes de exhalar, gustoso. Cuando llegó el momento de devolverle el trago a la rubia, esta lucía dispersa, como si no supiera que él está ahí. Hay un sin número de cosas y conceptos modernos que no entendía, pero el sexo opuesto era algo que descifró a sus 30 ( o eso pensaba el muy morón ); estaba nerviosa. ¿Y cómo no? Él era él. —

— En un desliz de humanidad, no fue sangrón con ella y, por el contrario, antes de sacarla de cualquier sueño diurno estuviera viviendo en su cabeza, sacó un plumón de uno de sus bolsillos del chaleco, donde normalmente llevaría sus dosis pero ya las estaba digeriendo. Firmó el contenedor en la parte posterior con su identidad de super antes de presentárselo de vuelta. — Eres una salvavidas, bombón.