-Se colocó una camisa blanca encima, sin molestarse por añadir una prenda interior. Sumado a ello se colocó una falda beige de lápiz, con la cual fajó su camisa. Esos movimientos los había hecho en automático, claramente estaba distraída, como de costumbre pensando en números y beneficios con cada cliente. Una sonrisa delató que sus conclusiones eran bastante buenas.-

¿Debo contarte de nuevo la historia de esta organización? ¿Cómo mi tatara tatara...

-Y ahí iba de nuevo el parloteo, un orgulloso relato sobre cómo desde cientos de generaciones atrás un grupo de humanos lucraba con las necesidades de los seres sobrenaturales cuya existencia era anónima.-