Hm, vaya vaya, prepararé los trajes sellados, usualmente esos desastres no son gratos de ver pero... Son peores de oler.
-Suspiró un poco y entonces tomó su celular listo para preparar y comprar varios instrumentos de limpieza, desde estañones con ácido para derretirlos cuerpos hasta cosas tan simples como esponjas y trapeadores, de seguro tendrían que estar allí por horas pero al menos podrían ganar una buena pasta a cambio de semejantes servicios.-
-Esas últimas palabras la hicieron sonreír. La daga bajó a través del pecho ajeno, el frío filo cruzando por encima de su ropa. Habría continuado si no fuese porque su teléfono había vibrado, y por supuesto que ese aparato tenía prioridad por encima de su propio oxígeno. Lo sujetó y desbloqueó con la huella digital del índice. Suspiró con fastidio.-
Oh mierda ... Vamos por el material de limpieza. El señor "Rolling Stones" de nuevo se dejó llevar por el hambre. Hay cuatro cuerpos.
-Solía poner nombres de bandas a sus clientes. R.S. era un joven vampiro con una gran fortuna heredada por su creador, impulsivo e imbécil. Por estúpidos como ese cliente era que había una vagoneta negra en el garage lista para desinfectar y limpiar todo un edificio de ser necesario.-
¡Hey! No soy ningún cobarde, ser cauteloso no es igual a cobardía.
-Dijo con una mirada un tanto más seria mientras le veía a los ojos, cruzándose de brazos, mientras alzaba su rostro y hacía un leve puchero sobre sus labios, añadiendo entonces con serenidad, y volviendo a ese ser más tímido que usaba de fachada.-
Pero bueno, haremos lo que le parezca mejor... Quiero decir, a final de cuentas es usted la jefa.
-Su pequeño relato la hizo voltear a ver una repisa con artículos medievales. Espadas, escudos, medallas, todo aquello digno de un museo. Después de acercarse tomó una daga enjoyada en rubíes auténticos.-
Recuerda, pequeño ... Esta organización se creó por caballeros. ¿Entiendes? Venimos de guerreros.
-Se encaminó hacia él, una sonrisita naciendo por cómo se ocultaba. Colocó el filo de la daga encima de la barbilla ajena y entrecerró sus ojos, claramente amenazándolo con la mirada.-
Y por eso yo no contrato cobardes. Tomaremos el riesgo.
-Una vez que ella acabó vestida, volvió a ver hacia ella, claro escondió su torso inferior detrás de un escritorio hasta que se le pasara un poco la pena, "entre otras cosas", y soltó un largo suspiro para luego frotar la base de su nariz y el entrecejo escuchándole decir aquello para así añadir.-
Eso no nos hace improbables a caer en problemas, al contrario, es mucho más probable que uno como nosotros metidos hasta las rodillas en terreno pantanoso se arrastrado a un horrible destino.
¿Cree que no nos engañarán entonces? Digamos que aprecio mi alma... aunque sea un poco.
-Se colocó una camisa blanca encima, sin molestarse por añadir una prenda interior. Sumado a ello se colocó una falda beige de lápiz, con la cual fajó su camisa. Esos movimientos los había hecho en automático, claramente estaba distraída, como de costumbre pensando en números y beneficios con cada cliente. Una sonrisa delató que sus conclusiones eran bastante buenas.-
¿Debo contarte de nuevo la historia de esta organización? ¿Cómo mi tatara tatara...
-Y ahí iba de nuevo el parloteo, un orgulloso relato sobre cómo desde cientos de generaciones atrás un grupo de humanos lucraba con las necesidades de los seres sobrenaturales cuya existencia era anónima.-
¿E-En serio? ¿Ni siquiera está considerando lo que acabo de decirle verdad?
-Era verdad que ella le había sacado de la carcel, a final de cuentas el chico había sido arrestado por un robo menor hace un tiempo, pero fue inculpado de un crimen peor causado por otra criatura sobrenatural. Gracias a sus contactos y poderes legales, él estaba allí y libre, por ende le debía mucho. Así que suspiró y añadió, apenas observando de reojo semejante "rebote".-
A veces no sé si estaba más seguro tras las rejas. Alguien así debe tener muchos enemigos.
Tu pregunta debería ser por qué no hemos conseguido este cliente antes.
-Se desnudó el torso, suspirando cuando los senos salieron de ese sujetador con un suave rebote, al parecer la prenda era una talla menor a la propia. Los sopesó despacio y acarició por encima para aliviarlos, después caminó hacia su propia vestimenta ignorada sobre una silla.-
¿En serio vamos a trabajar para Seven Sins, Boss? No me parece lo más adecuado, he escuchado que pasan cosas muy raras ahí, y hacer un contrato con el contratista más viejo de la humanidad suena a trampa.
-Acotó el muchacho, mientras volteaba su rostro, ruborizado, sus puños se apretaron.-
Ciertamente fue un regalo que acabo de recibir... Debo admitir que esa gente tiene buenas ideas. Pero no, no saldré de mi oficina con esto puesto. -Comienza a bajar los tirantes del sujetador por los brazos, totalmente indiferente a su presencia.-
