—No es nada —abanicó el aire con la diestra, le restó importancia al comentario que escapó de su comprensión, bromas sin sentidos nunca debieron ser tomadas en serio, menos de una boca como la suya— ¿Vamos? Este lugar es un infierno de lo aburrido que es —se dispuso a irse y con un pequeño ademán con su cabeza le indicó que le siguiera, era impaciente para lo verdaderamente importante.
Como que la gente de bien? -ese comentario le sonó fuera de lugar, tal vez su inocencia no le ayudaba a entender algunas cosas que no se decían directamente - mmm, yo estudio, pero no tengo clases ahora ... Así que no sé a qué te refieres.
La pregunta rompió con esa burbuja de fantasías, un baldazo de realidad que pudo solventar rápidamente— ¡Oh! Sí, hay una heladería muy conocida cerca, pero que siempre tiene mucha espera —tras decir esto sonrió con un poco de malicia a la vez que buscó un cómplice en la ambarina mirada ajena—. Sin embargo, toda la gente de bien estudia y trabaja a esta hora, así que está vacía.
Yo si, chocolate! -dijo con una amplia sonrisa, parecía que la mención del postre le había cambiado todo el semblante, se puso en pie y acomodó los pliegues de su falda para luego mirar al chico - y...a donde vamos?
—¡Me parece bien! Voy a pedir dos veces porque no puedo elegir una combinación de sabores —contento la observó, aunque gran parte de tal alegría se debió a los helados prometidos—. Qué rico que es... —susurró.
